Hace mucho frío -dije-,
y no me miraste. Solo caminabas concentrado en tus pies y viendo cómo se ponían
cada vez más rojos al pisar la nieve. Creo que nos hemos perdido -dije al
rato-, y ni te percataste de mis palabras. El aire frío traspasaba mi abrigo,
se me helaba la piel. Mi rostro se envolvía en un halo de calor y al rato
desesperaba, se volvía rígido, lograba sentir con mucha vehemencia como la
carne ardía, dolor, soy presa del frío.
¿Hacia dónde nos dirigimos?
–pregunté, intentando que me hablaras-, entonces diste la vuelta, sacaste tus
manos de los bolsillos y con un asalto de ira en tú rostro me abofeteaste,
hiciste que cayera de rodillas en la nieve y un hilo de sangre desprendido de
mis fosas nasales agredió la blancura nívea de ésta. Sin embargo no derroché ni
una sola lágrima. No, ni una sola. No deseaba llorar, solo deseaba que aquel
dolor terrible se aliviara en mi rostro y que mi ira se calmara.
No navego contigo –te dije-,
solo voy a la deriva. Entonces volviste a pegarme y mis ganas de seguirte
cesaron. Caí de bruces sobre la nieve sintiendo cómo ésta me quemaba la
mejilla. A lo lejos los pinos, con sus copas cargadas de nieve, parecían ser
los únicos testigos de nuestra huida tan patética.
Entonces, mientras veía
cómo te marchabas, sacando las últimas fuerzas que quedaban atrapadas en los
confines de mis tripas, formulé mi
última pregunta antes de la oscuridad: ¿Sabías que te quiero?...
Nunca pude escuchar tú
respuesta.
Así o más intenso. Mirá nomás, a veces nos aferramos aquello que más nos lastima, pensando tontamente que al menos ese dolor nos hace estar vivos.
ResponderEliminarBesoT Migue
Amores así son incomprensibles.... :(
ResponderEliminarA veces los arduos y largos dolores valen la pena cuando la efímera felicidad del amor es el resultado
ResponderEliminar@ALEJANDRA:
ResponderEliminarMuchas veces nos aferramos a lo que nos lastima. Es como un juego masoquista que nos mantiene atados, al mejor estilo siamés, con aquello que explora nuestro lado más vulnerable y nos debilita.
Sin embargo es nocivo, terriblemente corrosivo.
@REINA:
ResponderEliminarEs así, y fijate que inclusive cuando uno mismo se da cuenta que la relación se ha diluido recapacita de sus errores y de aquello nocivo que lo mantenía sujeto. Increíblemente no nos damos cuenta en el momento. No hay reflexión posible cuando se está con la venda en los ojos. Es increíble, lo sé, pero es así.
@CUMBRES BORRASCOSAS:
ResponderEliminarEl amor es efímero, sí, no lo dudo; sin embargo considero que aún sabiéndolo de antemano, aún habiéndolo aprendido y recontra aprendido uno siempre debe ir a por algo positivo y nuevo. Con resguardos, sí, pero no negarse al disfrute. Pero también se aprende que los dolores no son necesarios ser sufridos para disfrutar del sentimiento de amar o quererse. No. Nadie tiene derecho a hacer sufrir al otro por amor. Es algo que me parece deleznable, fuera de contexto.
Bienvenido a mi blog :)