viernes, 22 de enero de 2010

colores



Una vez le pregunté porqué yo entre cientos de miles de hombres solteros, libres, y tal vez mejores que yo.

- Mejores que vos, no. Diferentes a vos, sí. –me respondió- ¿y yo?, ¿porqué yo?-me preguntó con su mirada escudriñante.

- Porque entre cientos y miles y millones de cuerpos femeninos que se cruzan a diario por mi vida ninguno tuvo ese imán como vos lo tuviste. ¿Sabes? Es algo así como ver a toda la gente en blanco y negro y haberte visto a vos a colores. Distinta. Las demás pasan, las puedes mirar, te pueden gustar, podes sentirte atraído por su físico, o por algo de su personalidad o tal vez por ambas cosas, pero falta esa cosita rara que se manifiesta justo en ese instante y con esa persona que tan solo se muestra a colores. O sea, como vos.

- ¿Así que a colores?

- Sí, a colores.

- ¿Y son colores que duran para siempre o son colores que se destiñen con el tiempo y pasan a ser blancos, negros o grises? –preguntó mientras jugaba con sus pies en la arena.

Me acomodé en el banco de la plaza y miré el cielo. Me tomé un rato para contestar. Pero mientras miraba el cielo no pensaba en esa respuesta, pues esa respuesta ya habitaba en mí desde hacía tiempo, solo miraba el cielo y pensaba en cómo aquel momento quedaría inmortalizado en el tiempo, en mi historia, en su historia, en nuestra historia de vida.

- Eso no sé respondértelo. Tampoco vos sabés cómo serán mis colores con el tiempo. Tal vez yo me destiña, o tal vez tan solo me opaque por épocas y me veas de otro modo, de uno que jamás te hubieras imaginado. ¿Nunca te ha pasado antes, de estar enamorada de alguien y con el tiempo pensar que no es la persona de la cual te enamoraste?, ¿o que la vida los ha cambiado mientras estaban juntos y jamás se dieron cuenta?

- Una vez. Y si tengo que serte sincera no me gustó, es más, pensé que yo era el error.

- Es que no somos el error, o bien sí. Es como que en cierto modo llenamos la variable de la ecuación y de repente, por cosas del tiempo y nuestras también, pasamos a no tener fuerza para llenar esa variable y la ecuación no mantiene su equilibrio.

- ¿Entonces me querés decir que tal vez me destiña o te destiñas? –me preguntó mirándome vagamente mientras el tren pasaba detrás de la plaza.

- No lo sé. No tengo todas las respuestas, pero sí podría decirte que mientras los colores están vivos hay que pintar, mientras más pintes, mientras más colorees, mientras más escenas de nuestra relación pintemos juntos más y más colores tendremos dentro de nosotros.

Después de decirle aquello me quedé mirando como el tren se alejaba y se perdía en la línea del horizonte dejando al barrio detrás. Pensé en esa respuesta que acaba de darle, en mis experiencias de vida con mujeres y en mis propios deseos y anhelos ante cada relación. Por un momento me sentí como una caja nueva y flamante de acuarelas y al instante en una caja vacía sin colores. Y entonces todo a mi alrededor era verde o de colores llamativos. La plaza, los niños jugando en los juegos, ella, el cielo, todo. A veces tal vez me destiño demasiado, pensé, pero jamás me quedaría gris, o negro, o blanco, no, siempre en mi esencia algún color habría.

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sábado, 9 de enero de 2010

Falsario










El señor N un día lavó su rostro al despertarse y tras mirarse al espejo notó algo nuevo en él. No pudo entender bien de qué se trataba pero tuvo una leve idea. Las vendas. Ya no estaban las vendas. Ahora sus ojos veían más allá y en ese sitio muchas cosas no eran como él pensaba, o veía.

El señor N tras salir a la calle sintió el sol y la vida de otra manera. Al encontrarse con su chica no la reconoció. Tal vez es todo falso, pensó el señor N.

Tal vez…