Espejismo
He pensado en sus orgasmos. En cada movimiento oscilante de su cuerpo, en el contorno de su figura brillando bajo la luz de la luna gracias al exquisito sudor de su piel. Y digo que he pensado en sus orgasmos porque reconozco mi adicción. Reconozco la necesidad de la energía ingresando a mi cuerpo y recorriéndolo palmo a palmo. El sabor de su sexo. La tibieza de su espalda apoyada contra mi pecho.
No soy de pensar en orgasmos. Lo hago desde que la he perdido. Los rememoro y los busco. Pero por más que los busque no los encuentro. No están presentes en ninguna otra vagina, ni en ningún otro útero, ni en ninguna otra piel. Y esa pérdida me trastorna, me hace enloquecer en las noches que mi virilidad me indica que aún soy joven, que aún debo seguir amando y dejando huellas en las féminas.
Me pregunto, en algunos momentos de cordura, si algún día podré dejar de pensar en sus orgasmos. Si llegará el día que no extrañe su sabor y que no desee mojar las palmas de mis manos en el sudor de su cuerpo. ¿Y qué si llega ese día?, ¿seré feliz?, ¿volveré a ser libre?, ¿o simplemente seré otro hombre que creyó estar atrapado y tras la liberación cayó al desierto de la más angustiosa soledad?
(Imagen: Mariela Malte (b. 1970, Argentina)"bendita", 2008 http://www.facebook.com/album.php?aid=169129&id=176516014793&ref=mf#!/photo.php?pid=4034963&id=176516014793 )