lunes, 14 de febrero de 2011

El placer de leer un buen relato



Una vez releí un cuento dos veces. Fue en un intervalo de años. Lo hice por placer, sí, por placer. Es que el común de la gente casi no lee relatos, solo lee novelas y a veces de las más mediocres. Los relatos suelen leerse y pasar al olvido rápidamente, al igual que los cuentos. Como si la gente solo quisiera leer historias largas para que sean más difíciles de diluirse en el tiempo.

Pero como empecé diciendo, una vez releí un cuento dos veces. Fue uno de Truman Capote, “Un recuerdo navideño”. Recuerdo haber buscado un libro para regalar y encontré uno en donde se había hecho una recopilación de los cuentos que más le gustaron a Julio Cortázar. Así que creo que a este tipo le debo el haber descubierto a Truman Capote como escritor. Sí, a Cortázar.
Me pregunté un par de veces si a Cortázar le sucedió lo mismo. Me refiero a releer más de una vez el cuento de Capote. Tal vez sí, y muchas más. Yo lo hice dos veces y en un futuro tal vez lo haga un par de veces más. Uno nunca sabe cuándo leerá algo que ya leyó, otra vez. Si pasa, es como ver una buena película una y otra vez. Nunca terminas cansándote, pues siempre le encuentras algo nuevo.

Eso me pasó con “Un recuerdo navideño”. Lo leí la primera vez y no podía creer lo exquisitamente narrado que estaba el cuento. Si hasta en un determinado momento pensé estar en las mismas escenas con los personajes. Es increíble. Se siente así al leer una buena historia en un relato o cuento.

Pero cada vez menos personas leen, y es también ello consecuencia, en parte, de la vida digital y sus redes sociales. Cada vez se ve menos personas en las bibliotecas, o en el colectivo leyendo, o en las mismas plazas, que fueron los lugares top para sentarse a leer un buen libro. Ahora todo es rápido, fugaz, y plagado de muchas emociones un tanto efímeras. Tarde o temprano todo nos cansa y vuelta a rebobinar.

Aunque el género novela se imponga por sobre el cuento y el relato estos últimos tienen también su propia riqueza y secretos. Ya no hay tantos escritores cuentistas como antaño, no obstante internet ha hecho que muchos de quienes escribimos podamos aportar nuestros granitos de arena para aquellos que gustan de la lectura breve. Claro que no con la profundidad de tal vez un Capote o un Cheever, pero el intento sirve.

No tengo idea cuándo será el día que vuelva a leer “Un recuerdo navideño”, tal vez sea un día cualquiera de un año cualquiera. Sin embargo, y esto viene a colación por lo que un día escuché de alguien, las historias se mezclan con nosotros justo cuando deben mezclarse, no antes, sino en el momento justo. Están como destinadas a ser leídas por nosotros en ese preciso instante y no en otro. Así, la historia: relato, cuento, novela, pasa a mimetizarse con nuestro ADN. Sigo pensando entonces que al destino le gusta leer y elige los libros que le parece más apropiados para hacer que nos crucemos con su lectura en nuestro camino de vida. No importa ya si es un cuento, un relato, o una novela, lo que importa es disfrutar del placer de la lectura y de los mundos imaginarios que ésta nos ofrece.

6 comentarios:

  1. Adoro leer, es algo que me viene de familia, y que he conseguido transmitir a mi hija.
    Como bien dices: no importa el género. Importa lo que sientes con su lectura.
    Un abrazo!!!

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  2. @SILVIA:

    Totalmente. La lectura es algo que te permite hacer volar la imaginación. Es un ejercicio sano que termina atrapándote y llevándote de la mano por esos vericuetos de tú propia mente y consciencia.

    Abrazo :)

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  3. Dos noches atrás, escuchando a Alejandro Apo entrevistar a un escritor, Vicente Muleiro, oí algo que es muy cierto. Cuando uno relee ciertos libros, relatos, historias o cuentos, casi nunca es el mismo. Debe ser por eso que se encuentran cosas nuevas.

    La lectura, además de importante, es una de las cosas más maravillosas que existen. ¡No me imagino sin ella realmente!

    Y puede que la vida digital, el acelere y todo eso tenga la culpa... pero, muchas veces, creo que tiene que ver con cómo nos criaron. Si mi madre no fuera una ávida e intrépida lectora, ¿lo sería yo? Crecí viendola leer y ella me leyó todo lo que quise conocer. Sé que no todos tienen esa misma suerte, y por eso siempre que puedo pregunto al que no lee sus motivos para no hacerlo. Tampoco pretendo obligar a nadie, porque depende de cada uno... pero me gusta transmitir la pasión que me inducen las letras. En una de esas se suma un nuevo curioso a la literatura.

    También me parece que depende de la curiosidad que se tenga. Aunque, por naturaleza, el ser humano lo es...

    En fin, espero que se haya entendido algo del maremoto que acabo de dejar!

    Otro beso :)

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  4. @FLOR S:

    Los libros se terminan de leer cuando es justo el momento de leerlos, y se los abandona cuando no lo es. Supongo que le ha pasado a todo el mundo esto.

    Tampoco me imagino sin la lectura. Mucho menos sin escribir. Las historias en mi persona fluyen como me imagino fluyen los trazos para el dibujante o las pinceladas para el pintor. Solo quien realiza esas acciones sabe cuanta pasión hay en cada una de ellas.

    Sí, se entendió el maremoto.

    Beso :)

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