sábado, 14 de mayo de 2011

Calas



Solían ser dos. Ambas caminaban por la playa durante la tarde. Si tenía suerte podía observarlas caminar lentamente jugando y corriendo, hundiendo los pies suavemente en la arena. Una, la mayor, siempre llevaba un espejo consigo. Corría con el espejo debajo del brazo y cada tanto, como si existieran marcas invisibles en la arena, se detenía, alzaba el espejo a la altura de su cabeza y comenzaba a girar, y giraba, y no se cansaba de girar sobre sus pies. La otra, la que aparentemente era menor, reía y actuaba. A veces gesticulaba maniáticamente con sus manos, otras veces se mantenía estática en poses casi imposibles, pero lo mejor era cuando se arrojaba al piso y fingía morir. Ahí, cuando eso sucedía, me entraban ganas de aplaudir. Eran unas ganas muy nacidas desde mi interior, poderosas, casi al límite con las lágrimas y el éxtasis.

Solo una vez vi a una sola de ellas andar por la playa. Era la mayor. Caminaba arrastrando los pies, con el espejo arrastrándolo sobre la arena, y su mirada perdida en el mar. Como si una grandiosa desilusión la poseyera daba la impresión de un alma en pena. Ese día entristecí. Me escondí detrás de una saliente de rocas y desde allí observé su lánguido caminar. Ni el alma más penosa compartiría aquel paseo con ella. La observé hasta verla desaparecer por completo en el horizonte, allí, donde la playa siempre las engullía.

Un mediodía mientras yo regresaba de entregar mercadería en el pueblo las vi caminando por la playa. La mayor con su espejo como era costumbre y la menor con un par de calas en sus manos. Tras detenerme me quedé observándolas. De repente la menor se arrojó al piso y fingió su mejor muerte. Previamente había depositado las calas a su lado y entre el murmullo del mar y el oleaje parecía representar a una sirena encallada, ausente, arrebatada de las más oscuras profundidades.

Entonces me sentí acongojado por la escena y decidí acercarme. La mayor me observó y sin embargo no dejó de sostener el espejo en lo alto. Como si fuera un poseso caminaba yo observando el rostro de la menor reflejado en el espejo. Caminé y caminé los pasos suficientes para estar distante a tan solo un par de metros. Al llegar las palabras no brotaban de mi boca pero sí lágrimas de mis ojos. La vi muerta, la pensé muerta, la sentí así. Su vestido color canela, empapado y sucio, parecía una mortaja antiquísima. La mayor seguía inmutable, inmóvil. Tomé una mano de la menor y la acaricié; quité la arena de entre sus dedos y volví a colocar la mano sobre su pecho. Su pelo estaba empapado y sucio. Su tez carecía de vida y se veía de manera angelical. Levanté la mirada para ver el rostro de la mujer mayor y me encontré con el espejo, que ahora ya no reflejaba el rostro de la mujer menor sino su verdadera alma. Desde ese día cada vez que recorro aquella playa me parece observar sobre la arena un par de calas blanquísimas, puras, que tras un rato de estar allí son robadas por el oleaje y llevadas al fondo del mar.

Safe Creative #1105149210262

(Imagen: Fotografía de Francesca Woodman)

6 comentarios:

  1. El texto es romántico, trágico, misterioso. En ese orden, o como quieras.
    Hay una simbiosis tan mágica entre la imagen y cada línea, que el lector tiene dudas de qué generó a qué, o en todo caso, que ambas surgieron al unísono, aún sabiendo racionalmente que el texto surgió en segundo orden. (creo:)

    Delicioso, Miguel,
    Un beso,

    SIL

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  2. Es maravilloso el texto...
    Pregunto... surgió de la fotografía...? es una foto extrañísima...

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  3. @SIL:

    Gracias Sil, vos siempre analizando y haciendo buena crítica de mis escritos.

    Besote ;)

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  4. @REINA:

    Sí, surgió de la fotografía. Muchas veces las fotografías me sirven como disparador para escribir. No me pasa con todas, solo con algunas, y cuando las veo inmediatamente comienzo a escribirlas.

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  5. Tengo que volver, Miguel, tengo que volver -me digo- para paladear tus textos como merecen..

    Un abrazo, volveré..

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  6. @LÍA:

    Bienvenida a mi blog.

    Volvé cuando quieras, por acá siempre habrá algún texto mío para leer. Es solo cuestión de gustos y ganas de leer un poquito lo que un loco ficciona en el sur del mundo.

    Abrazo.

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