sábado, 19 de diciembre de 2009

La noche siempre es menos cruel que el día

El día que George Harrison escribía la canción “Someplace Else” ella y yo hacíamos el amor. No sé bien en qué etapa de nuestra relación estábamos, tampoco sé si coincidía con la primera estrofa o las que continúan, pero sí sé que la tarareábamos en la oscuridad recorriéndonos los cuerpos con las manos, y besando toda aquella extensión de piel que deseásemos. Pequeños e insignificantes, así éramos en esos días, pero aunque fuésemos un punto perdido en el universo todo lo que se hallaba en él mismo convergía completamente dentro de nosotros dos.

Por las noches, en medio de la oscuridad, esa misma canción sonaba una y otra vez mientras el vinilo giraba sin agitarse en el viejo tocadiscos. Qué bonitos tiempos. Los tiempos bonitos deben atesorarse, siempre he pensado eso. Envueltos en sábanas o aún con nuestros cuerpos desnudos y empapados en sudor esa chica y yo nos atrevíamos a cantar aquella canción sin siquiera pensar si era el principio o el fin, si íbamos o veníamos, si era enamoramiento o verdadero amor. Y el miedo se hincaba en medio de la oscuridad como un alfiler profundo que se clava dentro de la carne hasta llegar a tocar el espíritu. Ese dolor fino y punzante nos daba un soplido de realidad, nos intentaba asustar y sucumbir a la idea del “dos son uno”, y aún así ninguno de los dos dejaba de cantar y abrazar y acariciar al otro.

He estado con muchas mujeres en una cama pero ninguna era igual a la anterior, ni tampoco mejor, ni mucho menos peor. En ese ring cuadrado mi cuerpo con el de ellas jugaba un frenesí único y libre. Pero todo fue hasta que George Harrison escribió aquella canción. Ese día lo cambió todo para mí y esa chica estaba junto a mí el día del cambio. Los grandes cambios se producen así, en una milésima de segundo, y por eso son grandes cambios. Pues aquel fue un gran cambio en mi vida. Dentro de aquel ring en que me sumergía por las noches con ella todo era más que armónico; y aunque ambos sin decirnos palabra alguna nos mirásemos como parados al borde de un abismo lográbamos entender e interpretar que aquel momento que vivíamos era único e irrepetible. ¿Tan difícil es entender eso?, me he preguntado muchas veces. Antes sí, me respondí, pero desde aquel día vivir el momento pasó a formar parte de los principios de mi propia vida.

No importaba si afuera había nieve, vientos huracanados o lluvia, dentro había paz. Un microclima se autogeneraba en el momento que el primer acorde de la guitarra de George Harrison sonaba en el aire transportándonos así a esa famosa nube número nueve. Y allí en la nube, la noche era menos cruel que el día y ambos podíamos amarnos, reconocernos y pensar que aunque el tiempo siguiese pasando y la nube desapareciese cada vez que escucháramos aquella hermosa canción los dos sabríamos que hay un único punto en el universo en donde el tiempo nos eligió a nosotros para formarlo.

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10 comentarios:

  1. Màs parece un juego malvado, intrigado, deseoso, incontrolable...

    Hay mùsica alrededor siempre, y, en esos instantes, se convierte en parte de nuestra piel...

    Exelente narrrativa èsta. Mas por que siemrpe te puedes identificar... y cerrando los ojos, me dejo ir.

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  2. @ESTEBAN ARONTES:

    Supongo que en el trasfondo se produce un juego perverso, coincido con vos. Mirándolo desde una perspectiva distinta a cómo lo escribí es cierto. El dejarse atrapar por la música y vivir el momento como si fuese el último con los miedos agazapados por no saber cuando será el último momento le da intensidad.

    Supongo, amigo, que todos en algún momento tenemos ese tipo de miedos. Creo que es inevitable.

    Me alegra te haya gustado la narrativa.

    Abrazo.

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  3. "hay un único punto en el universo en donde el tiempo nos eligió a nosotros para formarlo"

    que bella forma de expresar el encuentro del Amor....

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  4. para mi esta canción tiene otra historia, cuando la recordé hace meses atras, sabia que iba a ser la melodía del final de una relacion
    la autoprofecía cumplida?
    quien sabe...

    la verdad es que .... "Desearia que no me dejara
    Tal vez me diga
    Que estará triste como nunca
    Lamentando que partiremos...."


    la vida es como un juego para mi, me dijo el una vez, y yo creo q tiene razón, lo importante será jugarla, ya sea q ganemos o perdamos, pero jugarla siempre, y no quedarnos en un rincón

    abrazo migue
    hermoso escrito

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  5. @MARIANA COPELLO:

    Hay tantas formas de expresar un sentimiento mediante las palabras que si lo pensás parece infinito.

    Bienvenida a mi blog.

    :)

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  6. @CLAUDIA:

    Tomar la vida como un juego significa obtener dos resultados: uno, ganar, otro, perder, y eso es un cincuenta-cincuenta y la verdad que es mucho riesgo, al menos para mí.

    La vida es maravillosa y opino que se debe tomarla con mucho sentimiento y mucho cerebro, de lo contrario tarde o temprano se sucumbe en ella.

    Beso (todo pasa, tiempo...)

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  7. Como alguien dijo alguna vez: "todo pasa y todo queda...pero lo nuestro es, pasar".
    Eres un Mago de la narrativa Miguel. Un texto realmente bueno.
    Mil besitos!!!

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  8. @SILVIA:

    Lo importante es que lo que pase y nos haga protagonistas nos deje cosas positivas. Que no se pase sin dejar rastro, que aprendamos y entendamos que la vida es maravillosa y que cual sea el momento que nos toque vivir lo hagamos con plenitud o bien intentando superarlo lo mejor que podamos.

    Gracias por el elogio, Silvia.

    Beso ;)

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  9. "(...)cada vez que escucháramos aquella hermosa canción los dos sabríamos que hay un único punto en el universo en donde el tiempo nos eligió a nosotros para formarlo."

    Me encantó este final, lo describiste de maravilla. ¡Y que buena canción!

    Saludos!

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  10. @FLOR S:

    Bienvenida a mi blog.

    Parece que este final gustó y mucho, me alegro, es un punto en el universo, y por ende es súper importante, ¿no?

    Saludos para vos también!

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