lunes, 15 de marzo de 2010

Dakota


Mientras avanzaba el colectivo por la ruta cruzamos un monte, tupido, gigante, cargado de cientos de árboles hermanados, todos dispuestos uno en frente de otro como si supieran de hermandad y reciprocidad. Y los miré. Pasaban rápido ante mi visión, por un instante pensé en un mundo paralelo al mío, al que vive el resto del mundo, un mundo en donde reina la tranquilidad y es hogar de pájaros, del viento y la soledad misma.

Pensé en escribir. Pero no podía. El asiento se sentía cómodo, mullido, demasiado etéreo para pensar en otra cosa que librar solamente la imaginación. Entonces fue así, dejé los pensamientos bullir mientras miraba el monte.

- Quisiera vivir allí, al menos por un instante –me dijo mi compañera de asiento, la cual no conocía. Tras darme vuelta pude contemplar su rostro somnoliento. Deduje que estuvo observándome mientras miraba por la ventanilla.
- Sí –respondí volviendo a observar el monte- sería como escaparse del trajín diario, de la locura cotidiana y adentrarse en algún tipo de paréntesis que te aísla de la monotonía. Algo así como la serie “Lost”, contesté –entonces ambos reímos.
- Justamente. Eso mismo, algo parecido –y fue en ese momento que se puso sus anteojos de sol, tal vez para observar más minuciosamente como sería aquel tipo de vida dentro de aquel monte aislado – Aunque me gustaría estar ahí dentro con mi novio –repuso.
- ¡Claro! –exclamé- seguramente de esa forma el tiempo parecería detenerse y ¡la pasarían bomba!
- Tal vez –dijo
- ¿Tal vez?, ¿porqué piensas que tal vez?, ¿acaso no la pasarías genial con él ahí dentro?
- No lo sé. ¿Sabes?, es mi primer novio. Yo aún soy virgen. Mis pechos solo los ha tocado él y nadie más, pero solo por encima de mi ropa. Espiritualmente me siento fantástica a su lado, él es todo para mí, pero aún no me animo a dejarme penetrar. Tengo fantasías y tengo muchos deseos, no soy un bicho raro, pero hasta ahí llego. No sé porqué te cuento esto a ti, aunque supongo que lo hago porque eres un completo desconocido, al cual no veré jamás en la vida al bajar de este colectivo. Eso creo.
- Puede ser –dije un tanto perplejo- Y dime, ¿lo amas?
- ¡Que pregunta!, si supiera lo que es amar. Si me guio por mis amigas de colegio creo que sí, aunque muchas de ellas aman a un chico por sus ojos, por sus facciones y luego cuando se acuestan con ellos al poco tiempo ese amor les desaparece. No lo sé ¿Me creerías si te dijera que no tengo la más remota idea de lo que es amar a alguien?
- Sí, claro, ¿cómo no iba a creerte? Pero te sacaré un peso de los hombros. Mira, aunque te llevo un par de años yo tampoco sé bien qué es amar en realidad. A veces pienso que es algo inconmensurable, otras veces pienso que es algo para toda la vida y único y la mayoría de las veces decanta una única respuesta: algo cíclico que caduca según un tiempo ya preestablecido.

Por un instante la chica que estaba a mi lado hizo silencio. Volvimos ambos nuestros rostros enfocando hacia el monte. Los árboles se sucedían uno a otros y la misma velocidad del colectivo dejaba un efecto fugaz y de color verde intenso al mirarlos. La chica apoyó su cabeza en mi hombro y se durmió. Entonces pensé en la muerte.


- ¿Mi esposa está con otro hombre?
- No lo sé –dijo mi amigo moviendo lentamente su cabeza. Me sentí en un médano, no, más certeramente en una ciénaga o mejor aún, en arenas movedizas- Aunque es probable que sí –concluyó. Y esa frase fue demasiado certera para mí.

Fue en ese momento que mi razonar dejó de funcionar y mi ser primitivo accionó sin control y sin timón. Los ojos se me llenaron de lágrimas, maldecí el sentimiento del amor y cerré fuertemente mis puños, como si dentro de ellos estuviera ella, sonriéndome, jurándome ese amor eterno del cual siempre se jactaba.

- ¿Te sientes decepcionado? –preguntó mi amigo.
- No, no es decepción la palabra que lo englobe todo –respondí- Mejor sería utilizar una palabra que no existe y que fusionada englobe a todas las que quisiera pronunciar, pero eso no me es posible, amigo. Vacío es una de ellas. Triste, es otra. Dolido, una tercera. Y así podría enumerarte muchas más. Pero por más que enumere palabras hay algo que debo dejar en claro para mí mismo, para mi propia respuesta espiritual. ¿Porqué ella está con otro hombre?
- ¿Y porqué piensas que está con otro? –preguntó.
- Tal vez yo caí en algún abismo y solo quedó mi sombra en la superficie. Mi sombra es mi sombra y no soy yo, ¿entiendes? Es parte de mí, pero solo una porción, el resto, la otra parte de mi esencia tal vez la perdí, o bien cayó al abismo. Nadie quiere estar al lado de una sombra, tampoco al lado de alguien sin esencia. Las sombras son livianas, volátiles, y se mueven silenciosamente; la esencia es invisible y se puede sopesar, palpar, percibir. Creo que ella percibió eso y yo no. Yo seguí sin observar nada, o mejor dicho sí, me observé durante mucho tiempo a mi mismo y descuidé mi mundo circundante, solo dejaba visible mi propia sombra.


El colectivo dejó atrás el monte y la chica a mi lado aún dormía. El recuerdo de aquel momento de mi vida se desvaneció rápidamente. Detrás de sus anteojos de sol oscuros había un rostro lleno de juventud e inocencia. Sus delicadas curvas denotaban una mujercita exquisita y sensual, y su piel, tersa y joven, llenaba de pureza la visión. Después de unos kilómetros pensé nuevamente en el monte que acabábamos de atravesar. Me imaginé caminar en su espesura, detenerme y ponerme en cuclillas. Escuchar los ruidos que habitaban dentro de él. El sonido del viento pasando entre los árboles, el trinar de los pájaros, el olor a naturaleza viva, el susurro del silencio y el murmullo de mis pensamientos. Una isla en medio de mi propia vida. Un lugar donde nadie pudiera encontrarme. Me sentí por un instante como aquella chica: libre, con un mundo nuevo por conocer, con un montón de aventuras por realizar y vivencias que sobrepasar. Inocente, despojado de temores y tabúes, completamente limpio de todo aquello que pudiera mancillarme. Y todos esos pensamientos estaban atrapados dentro de una especie de caja, justo dentro de mi cabeza.

Pronto desistí, “no pienses nada…”, me dije. Y eso hice. Miré hacia el frente y vi al conductor erguido y concentrado en sus acciones, tal como un autómata concentrado en su rutinaria tarea. La línea central de la ruta parecía una cinta de color amarillo que se perdía en el horizonte, en el infinito. La somnolencia avanzaba trepándose por mi cabeza y bajando por el resto de mi cuerpo, el traqueteo monótono del colectivo y su invitación al sueño, el silencio interno, el ronquido de algún que otro pasajero, invitaciones gratuitas a sumergirse al mundo de Morfeo. Apoyé mi cabeza junto a la de aquella chica y cerré los ojos. Podía percibir el perfume de su cabello y esa percepción me extasiaba. Caí en un sueño profundo, justo dentro del monte.

Safe Creative #1003155750034



(Imagen: http://img.ffffound.com/static-data/assets/6/7ed22107a738ddea75fc4e481bb169a01cf3a93c_m.jpg)

10 comentarios:

  1. Amigo Miguelito.
    Paso por acá a saludarte.
    Me acabo de dar cuenta que ya casi cumplís años eeeeaaaaaaa ¡que bien!.
    Desde ya espero la estés pasando bien.
    Cuidate mucho errante y sigue, sigue.
    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  2. @NATY:

    Sí, faltan pocos días para mi cumple (los 38 :) así que bueno tampoco los espero impaciente jajaja

    Gracias por siempre darte una vuelta y decir presente en este blog.

    Besos, linda :)

    ResponderEliminar
  3. Has expresado con palabras muy claras lo que nos sucede cuando estamos viajando y nuestra mente se deja llevar atando recuerdos con realidades. Siempre sucede empezar por algo y seguir tejiendo. ¿No te pasa que cuando revives empiezas de atràs para adelante para ver desde donde comenzaste tu vuelo?,yo lo he echo y es bueno. Besos.Tener una cabeza en el hombro cuando se divaga es una buena compañìa no lo crees?-." Mujer rebelde".

    ResponderEliminar
  4. @MUJER REBELDE:

    Sí, lo de la cabeza sobre el hombro es cierto.
    Divagar mientras se viaja es inevitable, creo que uno abre su mente a lugares que mientras está concentrado o activo los ignora.

    Beso!

    ResponderEliminar
  5. Me encantó este cuento, porque tiene otro cuento dentro de él, y eso es dificil de hacer, asi que te felicito.
    Lo único me parecio desubicada la chica... ¿como le va a contar esas cosas a un desconocido? Bastante atrevida la niña virgen.
    Eso al margen, me encanto tu cuento, me gustaron mucho los detalles. Te felicito Errante!

    ResponderEliminar
  6. Me gustan los cuentos con contenido, y este es uno de ellos.

    ResponderEliminar
  7. @CARLA:

    Jajaja me reí con lo de "desubicada" de la chica. Pero no creas que tanto, hoy por hoy las adolescentes son así, tienen un criterio y un enfoque de la vida y sus propios tabúes que sorprende a las viejas generaciones. Creo que hay que estar muy seguro de sí mismo y tener valor e inteligencia para contar intimidades o miserias sin miedos.

    Me alegro te haya gustado el relato.

    Y gracias :)

    ResponderEliminar
  8. @IVAN IGNACIO:

    Bienvenido al blog.

    Confesaré algo por tú comentario: nunca escribo nada si no deja algo. Me refiero a que cuando pienso que quiero escribir sobre tal tema ahí planifico la escena y automáticamente genero los personajes. Aunque también pasa que mientras escribo algo puede que bifurque a otras temáticas sin siquiera haberlo pensado.

    Me alegro te haya gustado este texto.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Dos personas que se desconocen, dos historias que contar, dos vidas tan alejadas la una de la otra... Y sin embargo todo parece tan cercano, tan "igual". Las historias se cruzan, las personas se buscan para su consuelo. El amor no diferencia, no excluye, no niega... Maravillosa narración. Besos!!!

    ResponderEliminar
  10. @SILVIA:

    Creo que tú comentario es la sinópsis justa que le va a este texto. ¡No sabes cuan difícil es hacer una sinópsis que englobe certeramente un texto o un libro!, bueno, vos, a mi modo de percibirlo, lo hiciste con tú comentario.

    Beso.

    ResponderEliminar