martes, 11 de mayo de 2010

La genial condición


La genial condición



Una única condición debía cumplir para ser nuestro amigo y era simplemente ser un genio. Era la condición sine qua non, tal vez absurda, pero válida para todo nuestro círculo al fin. A la medianoche tocaron la puerta de mi casa de campo, la misma que habito los fines de semana cuando salgo del asco de la ciudad, esa que queda detrás de la arboleda, al frente del lago, al costado del viejo cementerio. Su pelo chorreaba agua y tiritaba como un poseído, es que llovía copiosamente y hacía frío.

- ¿Qué haces aquí?, pasa. –le dije con tono seco.
- Disculpe, es que lo he pensado bien y sé como demostrar mi genialidad.
- ¿Sí?, pues demuéstramelo entonces, niño –le dije mientras le alcanzaba una toalla.

Fue entonces que sacó de su abrigo de lana empapado una servilleta de papel mojada. Extendió el papel hacia mí. Era un poema de Bukowski.

- Yo sé quién es Bukowski, Alan, ¿pero por qué me das este poema?, ¿acaso te tomarás el atrevimiento de decir que tú lo has escrito? –dije enojado.
- No, claro que no. Usted sabe mucho de literatura, jamás podría engañarle. Es que yo soy como el niño genio, como el del poema, ¿entiende?

Entonces me quedé mirándolo mientras los leños de la estufa hogar detonaban explosiones cargadas de chispas. Siempre hay un punto en el universo donde el tiempo nos da un pequeño golpe en nuestra mente, casi imperceptible, para ser capaces de entender lo que a simple vista se nos niega. Releí el poema serenamente.

conocí a un genio (Charles Bukowski)

conocí a un genio en el tren
hoy
como de 6 años de edad
se sentó a mi lado
y mientras el tren
avanzaba a lo largo de la costa
llegamos hasta el océano
entonces él me miró
y dijo,
no es hermoso.
fue la primera vez que me
percaté
de ello.

Cuando terminé mis ojos estaban empapados de lágrimas. Tal vez era por haberme imaginado tan realísticamente el mar. Removí el pelo de Alan despeinándolo. Sonreí en silencio secándome las lágrimas y lo palmeé un par de veces.

- Bienvenido al club amigo, ya no hace falta que me demuestres ser un genio. Ya lo has hecho.

Alan sonrió y me abrazó.
La servilleta de papel con el poema ahora se secaba a la orilla de la estufa mientras nosotros nos percatábamos de la lluvia.

(Extraído de mis viejos escritos...)


(Imagen: http://www.flickr.com/photos/whoolichen/4570058664/in/pool-tic )

2 comentarios:

  1. Este es el "viejo escrito" que me gusta leer... Tus vivencias son muy interesantes y dan para muchas cosas. Me gustò mucho y... podrìas tomarte un tren para la costa de vez en cuando ¿no?.Besos "Mujer rebelde".

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  2. Con razón recordaba haberlo leído... es realmente aleccionador...
    Cómo nos olvidamos de ver la genialidades que nos muestra la vida...!

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