A mediodía, cuando el reloj marcó la hora justa del almuerzo, salí como de costumbre de la oficina. Aquel día no tenía demasiada hambre, no obstante me dirigí a la calle Alvear buscando el mismo bar de todos los días. Nadie de la oficina almorzaba allí. Era mi secreto. El único lugar en donde yo, cada día de la semana, creaba mi propio mundo. A solas, sin que nadie que me conociese estuviera a la vista.
Sin embargo el mundo suele ser un pañuelo, tal como lo dice el refrán. A una mesa de por medio, justo al lado del vidrio, estaba ella. Fumaba un cigarrillo importado. Tabaco negro, creo. Bocanadas elegantes de humo salían de su boca formando un delgado hilo blanquecino que ascendía hasta el cielorraso lentamente. Su mirada era extraña, desconocida para mí. Parecía estar perdida en un punto que distaba más allá de este mundo. Traspasaba un plano, tal vez dos. Y sus manos, sus exquisitas manos, las mismas que habían tocado la piel del mismo hombre que yo amaba, jugaban con el cigarrillo sin cesar en un inquietante movimiento.
Ahí estaba la misma mujer que besó los labios que yo besaba cada noche.
La mujer que marcó, años atrás, la vida del hombre que yo amaba.
Ella, una completa desconocida para mí, formaba sin querer parte del mundo en el cual yo vivía. Tal vez nos conociésemos de otra vida, pensé ¿Por qué no? Almas cruzadas, vidas cruzadas, planos cruzados.
Jamás hablé con ella. Solo sabía su nombre, su apellido, su gusto por el tabaco negro, su afición al backgammon y su debilidad por la lencería negra. De a poco, con el pasar de los años, había construido un identikit de la mujer que fue el pasado del hombre a quien yo amaba.
Supongo que cree una verdadera trampa mortal. Eso sentí aquel día en el bar.
Terminó el cigarrillo, pagó la cuenta y pasando a mi lado salió del bar.
No me conocía, yo sí.
Un taxi paró y ella subió.
La vi perderse calle arriba a través del vidrio. En el salón, aún flotaba el olor a tabaco negro impregnando el lugar. Masoquistamente recordé como él mencionaba su nombre, como solía contarme sus virtudes, y el dolor por su desamor. Deseé llorar, pero no lo hice. Sorbí un poco de café y recordé al hombre que yo amaba de la mejor manera que podía: con una sonrisa. Y aunque ya no estaba a mi lado, aunque hacía poco había fallecido, el mundo parecía encargarse de darme mensajes incesantemente. Extraños mensajes. Mensajes de otras vidas que eran partícipes en la mía.
(Imagen: Silvia Castagnino (b. 1959, Argentina) "Caja I", 2005 - http://www.facebook.com/album.php?aid=156334&id=176516014793&ref=mf#!/photo.php?pid=3759812&id=176516014793 )
Mi querido Migue, antes que nada quiero decirte que hoy que vi tu entrada te vi más guapoooo que de construmbre con este rojo pasión de tapiz =) Te quedo fuera de serie. Ahora vamos a la entrada, Ay Dios yo no sé como haces para tocar puntos tan sensibles, como si te metieras en mi piel y dijeras ahhhh ahí es donde puede doler más, ahí es donde siente más intenso... no sé si es demasiado bueno o demasiado malo, o será que ultimamente todo es tan confunso.
ResponderEliminarBeso grandeeeee
@ALEJANDRA:
ResponderEliminarJajaja, ¿será que al escribir me transformoooo? jajaja ¡chiste!
No, bueno, mejor que te haya gustado y que toque ciertas fibras reflexivas. Después de todo creo que esa es la intención que aún hoy me mantiene al pie de este blog y su vigencia.
Gracias por siempre pasar por aquí.
Besote.
Ah! y gracias por el cumplido :)
Hola...No voy a hacer comentarios...sobre otros comentarios-reservo opiniones-.
ResponderEliminarBueno "caballero rojo", hemos visitado los nuevos diseños parece?-ambos-. Voy a ver como pinta la cosa, por el momento me suena familiar, algo que ya es una marca en tus relatos y prefiero esperar, creo que ando muy sutilmente...tranqui y no doy mas de lo que recibo. Te espero errante rojo pasiòn... Besos la sobria "Mujer rebelde".
@MUJER REBELDE:
ResponderEliminarComo guste Mujer Rebelde =)
Ya andaré por su blog. También ando distanciado de la red.
Beso!
La vida nos manda contínuos mensajes. La cuestión es saber descifrarlos. Besos mil!!!
ResponderEliminarMe hace daño. Es un cruce muy doloroso.
ResponderEliminar*Sonia.
@SILVIA:
ResponderEliminarEsa cuestión de la que hablás parece ser el código necesario para descifrar nuestro destino. No es simple, y creo que jamás logramos descrifrarlo del todo aún teniendo la suerte de encontrar dicho código.
Besos para vos =)
@SONIA:
ResponderEliminarSin embargo sucede, y es inevitable cuando es cosa del destino.
Beso.
Me estremeció... aún después de un rato siento un frío correr por mi espalda y el olor de ese tabaco negro me inunda...
ResponderEliminarMe toca mucho este relato... hay partes que me son familiares... todas no, por suerte...
No pasamos desarpercividos por la vida... nunca...
Muy bueno...!!!
@REINA:
ResponderEliminarGracias Reina, me alegra que te haya gustado.
No, nunca pasamos desapercibidos. Al menos alguien se fijará alguna vez en nosotros.