lunes, 24 de agosto de 2009

mundos espiralados (5)


Capítulo 5


Estando mi novia en las Bahamas conoció a un hombre. Era mayor que ella. Su madre se perdía en el casino a jugar a las máquinas tragamonedas y ella se echaba a andar solitariamente por la playa hasta que el atardecer la sorprendiera. Entonces pasaba a buscar a su madre por el casino y ambas se iban al hotel a ducharse, cambiarse y luego salir a cenar mariscos en algún hotel anclado en la playa. Aquel hombre la encontró en uno de esos restaurantes, y el flechazo fue instantáneo. Supongo que en ese momento yo no existí en la nebulosa de sus pensamientos. No sé porqué pasan ese tipo de cosas pero sé que suceden. No la culpo, tal vez algún día me suceda lo mismo; no obstante saberlo fue duro. Al principio ella se sintió extremadamente rara, tan rara que hasta desconfiaba de ser ella misma. En cambio él estaba seguro de sí y atraído por la belleza natural de ella se le acercó en un momento que su madre había abandonado su asiento para ir al toilette. Lo que sobrevino después fue el clásico coqueteo, la primera cita y el primer encuentro sexual. Todo pasó aceleradamente, en cuestión de los escasos días de una semana. Sin embargo fue suficiente para que ella tambaleara en sentimientos hacia mí tal como lo hace una alta torre ante un terremoto.

El día de su llegada al aeropuerto fui a buscarla. Previamente compré dos pequeños ramos de flores en una florería ambulante y una bolsita de caramelos gomita. A ella le gustaban ese tipo de caramelos, aunque más que gustarle le encantaban. Quince minutos antes de la llegada de su vuelo llegué al aeropuerto. Me senté en un asiento mientras miraba cómo los paneles de arribos y partidas cambiaban locamente sus letras y números como algo mecánico y rutinario. ¿Partiremos algún día así para nunca volver?, me pregunté en ese momento. Supuse que sí, entonces dejé de observar los paneles para enfocarme en un par de ancianas que tristemente miraban hacia el vidrio que daba a las pistas de aterrizaje. Se las veía solitarias y perdidas. Tras contemplarlas durante un breve momento me sentí profundamente triste. Había algo aquel día en el aeropuerto que enrarecía el aire. Todas aquellas cosas que había observado desde mi llegada a él me hicieron sentir que ese enrarecimiento traería noticias, tal vez no tan felices.

Apenas cruzó la puerta de arribo miré la expresión de sus ojos. Calculé unos diez mil kilómetros de distancia entre sus pupilas y las mías, después me di cuenta que su corazón aún distaba más del mío que aquella distancia. Nos dimos un beso escueto y frío, besé a su madre en la mejilla y cargué con el equipaje. Obsequié un ramo de flores a cada una, y a ella le puse la bolsita con caramelos en el bolsillo de su sobretodo. Solo me agradeció con una mueca desganada en su boca. Algo andaba mal, lo percibía. Camino a su casa cruzamos un par de frases, todas estériles. Su madre hablaba como desaforada con el taxista sobre la belleza de Bahamas y sobre lo bien que la habían pasado. Por un instante me sentí en una playa de aquella isla bajo un sol abrasador, recibiendo masajes íntimos por una mujer curvilínea de grandes pechos y manos suaves. El taxi estacionó y ayudé a bajar el equipaje. Tras entrar su madre a la casa mi novia aguardó un instante y quedándose parada en las escalinatas de la entrada dándome la espalda susurró que debíamos hablar. Eso me dio mala espina. Sentí un leve ardor recorrer mis venas, algo así como cuando te pinchas con algún espino venenoso. Tras darme la espalda unos segundos volteó con la misma mirada fría y distante del aeropuerto. Ya no eran diez mil kilómetros, ahora eran años luz.

- No sé como decirte lo que tengo que decirte pero debo hacerlo, sino me sentiría mal por mí y por ti. Supongo que hace tiempo las cosas no vienen bien entre nosotros, no sabría decirte qué pero algo empezó a cambiar en mi interior y de a poco me cubrió por completo. –me dijo sin quitarme la mirada penetrante que apuntaba directamente a mis ojos- Eso mismo que me cubrió de a poco se apoderó de mí y mis sentimientos han cambiado.
- Tampoco sé que decirte. No me toma de sorpresa esto que me dices pero tampoco te diré que me siento cómodo con la situación.
- Me lo supongo.
- Sí, es la verdad. Sé que las cosas entre ambos no venían bien, pero créeme que tenía esperanzas de que saliéramos a flote.
- He conocido a alguien en Bahamas.

Entonces sentí frío en mi cara, tal vez fue el aire fresco de la tarde, pero creo que también pudo haber sido el tenor helado de aquella frase.

- ¿Alguien?
- Sí, alguien. Un hombre.
- ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros?, me imagino que tras esta semana de vacaciones has conocido a muchas personas.
- No, es que lo he conocido de otra manera. Hicimos el amor.

Y ahí finalmente sentí que el veneno del espino llegó a mi corazón y un infarto comenzaba a rajármelo. Se produjo un silencio bastante amplio tras aquella confirmación. Pocas veces en mi vida había sentido aquella sensación de pánico. Deseaba con todas mis fuerzas que los superhéroes existieran y que alguno medio alocado llegara volando y me rescatara de aquel instante en que sentía desvanecerme. Pero eso no sucedió. Los superhéroes descansaban plácidamente en las páginas de los cómics y yo seguía allí, frente a la que había sido mi novia, contemplando su expresión fría tras haberme dicho que se había acostado con otro hombre y que yo ya no era parte del plan de su vida.

Antes de cerrar la puerta de la casa arrojó el ramo de flores que le había obsequiado a la basura. Las gerberas se veían tristes en el cesto. Supongo que junto a ellas el amor que nos teníamos quedó también en el fondo de aquel tacho, flotando, sobre un mar espeso y negro.

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10 comentarios:

  1. En esos momentos deberia existir algun tipo de superheroe medio alocado(me muero e risas)pero no es asi nunca llega nadie a salvarnos de este tipo de paliza!!Buenisimooo!!!

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  2. @DEBORAH:

    Decime si a veces no son necesarios los superhéroes alocados jajaja. Me gustó esa parte a mí también.

    Me alegro que esta historia guste y atrape.

    Besos baby :)

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  3. Aiiiiiiinss... en el fondo se veía venir... qué real todo... y qué triste, pero bueno, así son las cosas.
    Supongo que después de darle fuerte con la noticia, tampoco hacía falta que destrozara las flores delante de él :DD pobrecillo, eso sí es dejar a alguien hundido en la miseria...
    Me gustó la historia, me gustó ;)

    Un saludo

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  4. @ALTAN:

    Es que a veces se producen reacciones que son impensadas, ¿no?
    Esta es una historia de primeros amores, del primero dolor amoroso y del descubrimiento de todas esas aristas que posee el enamorarse y de repente sentirse nuevamente solo, tal vez sin quererlo.

    Un gusto que leas mis historias.

    Saludo.

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  5. Que mala onda... hay formas de decir las cosas... y no cuando el esta ahi frente a ella con un ramo de flores... (q x cierto las gerberas son mis favoritas)
    Espero la continuacion. Amores que te lastiman ¿siguen valiendo la pena? yo creo que no.

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  6. Literato, cómo me gusta leerte!

    Besos.

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  7. @TEREZA:

    ¿Existe algún amor que no lastime? Pensá la respuesta.

    Reacciones como la de la chica seguramente duelen, sí, pero es una acción simple y expresiva de un personaje en una escena. Claro que en la vida real también suceden esas cosas y no las comparto, pero el personaje femenino parece que tuvo ganas de hacerlo.

    Gracias por siempre leer este blog ;)

    Beso.

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