lunes, 4 de octubre de 2010

Lágrimas encapsuladas



A
yer, una tarde de invierno, salí a tomar un café. Sin rumbo, como suelen hacer los que toman las tardes lluviosas con el solo fin de escapar del encierro y el aburrimiento avasallador. Escogí un bar céntrico. Había mesas con sombrillas y sillas a mi antojo, todas diseminadas por la vereda. Nadie se sentaba, pues llovía a cántaros. Pero no me importó. Me senté igual y me resguardé lo más que pude debajo de la sombrilla. Hojeaba un libro, “Trópico de Capricornio” de Miller. Concentrado en sus frases directas y ausentes de pudor me enfrasqué en la historia. De a ratos me sonreía, de a ratos chasqueaba mis dedos como aseverando ciertas frases «veraces» que denotaban mucho de la realidad que a mí mismo me tocaba vivir. Al cabo de un rato la lluvia amainó. No fue mucho pero sí logró serenarse bastante. Una pareja se sentó en otra mesa. La chica con un cigarrillo en su mano y el chico con una mochila que colocaba sobre la mesa. Seguí leyendo. Al menos eso intenté, pero como pasa siempre que algo irrumpe en un ámbito, la pareja comenzó a llamarme la atención.

La chica, con sus piernas subidas a la silla, su brazo derecho sosteniéndolas para que no se fueran hacia adelante, y la otra mano con el cigarrillo, exclama: «Lo conocí anoche, pero le dije que no, que era muy rápido para tener sexo ya mismo…» El chico, del otro lado de la mesa, la miraba sonriéndole. Era una de esas miradas clásicas de un hombre que está interesado en una chica y no se atreve a decírselo ¿El por qué? Nunca se sabe. Pueden ser miles las causas de dicha mudez. La visión me turbó. Por un instante me pareció una escena tan clásica, algo tan remotamente presente en tantas relaciones de amistad «¿Y qué harás?», preguntó el chico. «No sé… hacerlo sufrir… un poco nomás… porque más no me aguantaré, porque te digo la verdad: ¡está buenísimo!» Y fue en ese momento que aquella sonrisa y mirada enamorada del chico empalideció. Algo, detrás de sus pupilas, parecía haberse apagado. Cerré el libro y me concentré en mirar como seguía lloviendo. En el pasar de los automóviles, en el caer de las gotas sobre los charcos, en cualquier cosa concentré la atención. La chica seguía fumando. Un hilo de humo subía lentamente hasta la base de la sombrilla para ahí finalmente desaparecer.

No quería volver a ver la mirada del chico. Pensé en los momentos que a mí mismo, en mi propia vida, algo así me había sucedido ¿Quién no se enamora de imposibles?, ¿quién alguna vez no deseó a una amiga o amigo? Supongo que es una lección más de la vida, me dije para mis adentros. Hice señas al mozo, dejé dinero debajo del cenicero, tomé el libro y me fui del bar. Seguía lloviendo, ahora un poco más fuerte. Saltaba un charco aquí, otro más allá. Entre salto y salto recordaba la mirada del chico, el humo del cigarrillo elevándose, la chica riendo. «Lágrimas encapsuladas», dije en voz alta. Eso es. Lágrimas encapsuladas son las que uno retiene en aquellos momentos. Se mantienen allí, encerradas, presionando para salir y manifestar la pena y el dolor. Pero se les prohíbe su salida. Y entonces, se repliegan. Se ocultan en el corazón. Detrás de cada gota de lluvia, de cada nubécula gris, de cada historia que no pudo ser.


(Imagen: http://pockypuu.blogspot.com/2009/03/heres-some-work-i-just-got-done-for.html )

6 comentarios:

  1. Será por eso que se nos acumula la sal de las lágrimas en el cuerpo y después nos sube la presión.... :(
    hay que dejarlas salir....

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  2. Hay que dejar que fluyan, sólo así se evaporarán...
    Un abrazo!!!

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  3. @REINA:

    Seguramente no es fácil hacerlo. En algún momento siempre se produce ese acto que nos impide expresar lo que sentimos y se lo calla ahogando penas o encapsulando lágrimas.

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  4. @SILVIA:

    Tal como le comenté en la respuesta a REINA, yo pienso que no es algo simple. Que sí, que el ejercicio ideal sería dejarlas salir, pero depende muchas veces de factores a los que somos totalmente ajenos.

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  5. .....estoy de acuerdo contigo Miguel, ahogar las lágrimas muchas veces depende de factores ajenos.......lo veo como una forma "potencial" de expresarnos.

    un beso.

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  6. @LUCIA:

    Considero que es así, que muchas cosas a veces se nos van de las manos y dejan de depender de nosotros. De ahí a que la vida haya que vivirla tal cual se presenta y no siempre tratar de dominarla o de encausarla a nuestro antojo; no se deja, es rebelde, y nosotros terminamos siempre afligidos y vencidos ante su negativa de amoldarse.

    Un gusto que pases a comentar amiga uruguaya :)

    Beso.

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