sábado, 28 de diciembre de 2013

Impulso

A veces miramos cosas que están allí, que estuvieron allí desde hace tiempo y que permanecerán allí aún después de nuestra muerte. Da tristeza en algún punto ese pensamiento, pero a la vez también complace: esas cosas se perpetúan, inclusive tras nuestra muerte. Ese fue el pensamiento del escritor fantasma. Él sentía cierto consuelo al pensar de ese modo. Figúrate —solía decirme— las cosas están allí, inmóviles, tal como las tazas, los cuadros, la mesa, las patas de la cama, todo aletargado en el tiempo, en un sueño profundo del que nadie las molesta. Pienso que así quedaran mis textos hasta que alguien, un buen día, con flojera o sin ella, por curiosidad aunque más no sea, los tomará y leerá al menos un párrafo ¿Te imaginas?, ¡sería maravilloso!… Creo… ¡No!, ¡no!, ¡estoy seguro!, por eso escribo…

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