Nacer
varias veces en una misma vida es algo que el señor N sabe cómo hacerlo. Cuando
se le pregunta cómo lo hace él alude cosas puntuales en frases cortas, así
suele decir «hoy he nacido de nuevo porque perdí a alguien querido», o «he vuelto a nacer
después de que mi corazón se ha roto» o también «sobreviví a un gran accidente y siento que he vuelto a
nacer». Las heridas
mal curadas generan seres ficticios que también son productos de renacimientos.
Las heridas profundas, las que llegan a abismos que van más allá de la carne
generan, con el tiempo, una cicatrización dolorosa que aflora, muchas veces, en
un nuevo «yo». Todo eso lo sabe a la perfección el señor N, y lo
pone en práctica. Cuando le conocí y me hablaba de estos temas era uno de esos
días que había renacido. Se lo notaba cordial y feliz, con la piel más que
tersa y su sonrisa más que convincente. Si hasta lo envidié aquel día. Sin
embargo al final, cuando pagamos la cuenta y nos retirábamos ya del bar, el
señor N tomó su sombrero, me miró y dijo una frase que me marcó: «lo único malo de
nacer tantas veces es que nunca terminas sabiendo quién realmente eres»…
entonces yo nací mil veces
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