miércoles, 15 de enero de 2014

La puerta




a D...




Tal vez, en la lejanía, cuando ya los años suavicen y el tiempo haga una costura perfecta de la herida, D podrá volver a sonreír. No se habla de una sonrisa cualquiera, no, se habla de esa sonrisa perdida en esos días en los que el sol parecía brillar más que de costumbre, el cielo tener más colorido y los objetos mundanos parecerse a bellas obras de orfebrería fina. Esa lejanía algún día será un presente, un momento palpable, único, bien recibido, que hará volver todo a esa normalidad anhelada y urgida. Ahí, en ese instante único en el universo, seguramente D volverá a sonreír con plenitud.

D recuerda y sufre. A veces los recuerdos tienen ese tipo de estela que tras pasar por nuestra memoria hunde un filo invisible y tajea interiormente con saña. Sin embargo, en los recuerdos de D no hay dolor sino sonrisas, sonidos, y palabras de amor. El sufrimiento que lo corroe es por lo que pudo ser y no fue. Es por el análisis hipotético de lo no vivido y planeado. D sufre y por consiguiente quienes lo quieren sufren. Es una ley transitiva de la cual nadie en este mundo puede escaparse.

El día que D cerró la puerta fue un día cualquiera para el mundo en sí. Un avión hacía su vuelo rutinario a la India, un jardinero cortaba el césped en una casa de veraneo, un anciano moría en una cama de hospital, y un niño lloraba su primer diente caído. Ese día, intenso y único para él, no lo era para el resto. La puerta cerrada por D no poseía picaporte ni llave. Era inviolable. Detrás quedaba todo aprisionado, apretado, imposible de volver a tocar y percibir.

La lejanía anhelada hoy parece imposible de pensarla en su gran magnitud. Solo es un esbozo de deseo urgente cargado de bocanadas de aire. D lo sabe. En realidad él siempre supo que sería así. Se dice que el amor es efímero pero en realidad es un viejo cliché que contemporáneamente está demasiado desgastado. Es un vintage de uso fácil y superfluo. El amor no es efímero, el amor es único, irrepetible, y también irreparable. D lo sabe. En realidad lo siente siempre así: cada vez que un amor muere el duelo inicia tras cerrarse la puerta.



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(Imagen: http://goo.gl/1ZJ2Pj)

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