miércoles, 22 de abril de 2009

el inmortal



Un día decidí ser inmortal.
Sí, así como lo cuento, inmortal. Dejar mi esencia en el aire, en los recuerdos de las personas que me rodeaban, impregnar los objetos que tocaba día a día y que mi voz fuera un eco de nunca extinguirse dentro de la cabeza de quienes la escucharon. Que mis lágrimas no pasasen desapercibidas y los momentos en que emanaron quedaran grabados como recuerdos imponentes para aquellos que los presenciaron. Que mis sonrisas y alegrías alimentaran cualquier espíritu que las recordase. Por todas estas cosas, y muchas más, decidí volverme inmortal.

No fue una tarea fácil. Nadie cree en los inmortales, otros tantos jamás lo serían, sin embargo yo no tenía nada que perder pues estaba solo, sin nadie que me cobijara ni nadie a quien llorar. Para ser inmortal hay que ser libre, no estar atado a nada ni a nadie, eso libera, pues uno no daña ni hace doler a nadie con la decisión de inmortalidad tomada. Fue una tarde de julio que me puse manos a la obra. Tomé mi morral y me eché a andar por la vida en busca de la ciudad de los inmortales, semejante a la que Borges describió. Recorrí América de pies a cabeza, el África, Oceanía, Europa y la extensa Asia para terminar finalmente en Australia. Fueron muchos años de peregrinaje y búsqueda silenciosa. Conocí a miles de personas y atesoré miles de recuerdos. A menudo, cuando dejaba tras de mí a alguien que conocía en algún lugar, me preguntaba que sería de esa persona en años venideros y pensaba cuanto la extrañaría y echaría de menos. Esa sensación era dañina para un inmortal pues el filo sigiloso de los recuerdos serían una tortura eterna para el alma de un inmortal. A medida que caminaba más y más por los caminos ese pensamiento me rondaba más lastimeramente por mi cabeza. ¿Es que la inmortalidad no es para todos los humanos?, pensaba. Tal vez no. Yo no conocí nunca a ningún inmortal, todos los humanos que se habían cruzado por mi vida era mortales, tan mortales como yo.

Al llegar a una colina en Australia decidí pernoctar bajo las estrellas. Un cielo inmenso, oscuro y plagado de hermosas estrellas titilantes me cobijaba. La luna se había marchado, tal vez estaría del otro lado del mundo, cercana a los mortales. Allí en soledad recorrí con mi mente los tantísimos caminos que había recorrido, los momentos que había pasado junto a tanta gente querida y pude sentir durante largo rato en mi corazón la alegría que todo aquello me causaba al recordarlo. Sin embargo tarde o temprano todas aquellas personas que había conocido en mi peregrinar desaparecerían, menos yo. Yo sería inmortal. Yo persistiría con el tiempo y jugaría con él y la soledad cuando me hartase de caminar los caminos de la Tierra. Un frío escalofrío me recorrió el interior. Me sentí extraño. Una lágrima recorrió mi pómulo izquierdo y se hizo fría sobre mi piel al acariciarla el viento gélido de la noche. Esa lágrima era una lágrima de transición. Una lágrima de inmortalidad. Todo tiene su costo, pensé. Y sin más me eché a dormir. Entonces soñé.

En sueños yo caminaba por un gran desierto y sediento llegaba a un hermoso oasis. Bebía agua, comía frutos silvestres y descansaba. Me sentía cómodo y plácido. El caluroso desierto ya no me agobiaba y una bella brisa deleitaba mi piel. Todo era bello en aquel oasis. Tal vez yo sonreía al soñar aquello bajo las estrellas. El sueño proseguía mostrándome feliz, inmensamente feliz y viviendo una vida placenteramente hermosa. Todo estaba a mis pies y nada me preocupaba. En mi mismo sueño yo soñaba que las personas que me querían y yo quería me sonreían. Todo pasaba en el sueño, ellas no estaban a mi alrededor en aquel oasis, estaba yo solo, sintiéndome un verdadero inmortal. Esa sensación me empezó a molestar. Recorrí el oasis de norte a sur y de este a oeste y me percaté de mi terrible soledad; nadie habitaba aquel vergel, tan solo yo, y afuera, achechante, el desierto, que parecía observarme pacientemente y disfrutar de mi eterna agonía.
Entonces sentí el ardor recorrer mi sangre. Parecía un fuego de mil soles. Abrí desesperadamente los ojos y el sueño se evaporó, ya no estaba en el oasis sino frente a un cielo plagado de estrellas silenciosas y terriblemente distantes. El fuego seguía corriéndome por las venas y ya mis músculos comenzaban a dolerme. Pude voltear mi cabeza y ver bajo el resplandor de estrellas la cola de un alacrán escabullirse entre la oscuridad de la noche. De a poco la vista se me nubló, un poderoso escalofrío se comenzó a apoderar de mí y la noche se hizo un cielo rojo parecido a un infierno. El veneno ya había tomado mi mísero cuerpo. Un animal insignificante me había doblegado y en un instante de tiempo arrebatado por completo mi sueño de inmortalidad. Pensé que miserables podemos llegar a ser y cuán rápido podemos llegar a precipitarnos en la vida. Las metas son necesarias y las quimeras también, sin embargo lo titanezco es al menos intentarlo y no perecer en el intento. Casi nada es a veces como se lo piensa, siempre algo lo altera o lo lleva a otros ámbitos y esa aura que lo envuelve se disuelve como la niebla nocturna al amanecer. La muerte me sorprendió bajo las estrellas. Sin saberlo ella me esperaba acechante detrás de la oscuridad de la noche. Fallecí en aquel momento. Mi cuerpo yacía helado en la cima de la colina, sin vida, sin inmortalidad, tan solo humanamente.

Mis ojos se abrieron sintiendo calidez y desperté en un oasis parecido al sueño.
Desde allí vi a mi cuerpo sobre la colina. En un instante me sentí tremendamente solo pero esa sensación desapareció cuando una mano tibia se apoyó sobre mi hombro. Volteé la cabeza de lado y vi una sonrisa que nunca olvidaré. Sin decir palabra alguna comprendí que había hallado la inmortalidad, mi meta estaba cumplida. Aquel oasis sería mi morada eterna, lo supe en ese preciso instante. También supe que no estaría solo, me bastaba levantar la vista y contemplar el universo de fondo y miles de inmortales como yo flotando a mi alrededor como racimos de uvas transparentes atravesados por el sol. Todos con un amarillo suave y resplandeciente. Todos inmortales.

26 comentarios:

  1. "Que mis lágrimas no pasasen desapercibidas y los momentos en que emanaron quedaran grabados como recuerdos imponentes para aquellos que los presenciaron."

    Yo decidí ser inmortal hace unos meses; vivir y sentir las cosas mas sencillas, palparlas y disfrutarlas...muchas lágrimas ví que quedaron grabadas en mi mente y mas en mi corazón...

    Muuy bellos Liter@ato Besos

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  2. Capaz solo fue un sueño y siempre fuiste inmortal y necesitaste volverte mortal por un tiempo para ponerte en los zapatos del diferente... Para sentir lo q es "sentir"....
    Capaz....
    Lo bueno es q volviste con los tuyos....

    Muy bueno tu espacio.
    Gracias por endulzarme la vista...

    Guada

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  3. MAGY, gracias por tus palabras de siempre. Esa inmortalidad de la cual hablás y por la que has pasado seguramente han forjado un cambio en tú interior para bien. Siento, y creo, que a todos en algún momento nos llama la atención el deseo de inmortalidad pero cuando lo pensamos bien sabemos que por el mero hecho de ser humanos e imperfectos no podríamos ser inmortales, sucumbiríamos.

    Saludos.

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  4. Guada, bienvenida a mi blog. Gracias por tus palabras y pasá cuando quieras.

    No fuí inmortal, tampoco me gustaría serlo (eso mismo le explicaba en mi respuesta anterior a MAGY). Creo que sería el primer en enloquecer si fuera inmortal. Los años que Dios me dé para vivir están bien, los acepto muy correctamente. Tengo 37 años, aún joven, pero cuando tenga que pasar al oasis lo haré.

    Saludos.

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  5. Inmortal... Inmortal para quienes me conocen o me vieron alguna vez en sus vidas, pero sobre todo para quien sintió mi cuerpo, mis lágrimas, mi sed, mi angustia, mi tristeza o vivieron fuerte mi alegría... Inmortal para quienes sufrieron o celebraron mis cambios, inmortal quiero ser pero ante la vida, ante mi vida misma, inmortal... para seguir sintiendo cada brisa, cada calida sonrisa, cada caricia...

    un abrazo.

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  6. Seguramente quien sintió tú ser y tú interior con amor te ha inmortalizado dentro de él. De eso estoy seguro, el amor logra esa inmortalidad en quienes somos capaces de amar, Natalia.

    Un gusto que sigas leyendo mis escritos y bienvenida nuevamente al mundo de los blogs.

    Saludos.

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  7. ¿Cómo decirte que disfruté tus palabras porque las comprendí?

    Volveré a leerte y releerte.

    Hasta pronto!

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  8. Nas!!

    Tu texto me trajo a la mente una película que vi hace tiempo, era de un jóven con deseo de viajar y encontrar la felicidad, tenía un sueño parecido al que se expresa en tus palabras.

    El jóven de la película recorre mucho caminos, conoce mucha gente para la que se volvió inmortal. Pero al final de su viaje, cuando cumple su sueño y quiere regresar, queda atrapado, enferma y muere...

    Sin embargo, escribe antes de morir unas palabras con su sangre en un cuaderno... "La felicidad no es verdadera si no se comparte"...

    En lo personal esas palabras me impactaron mucho, y dejaron huella en mi memoria.

    Los seres humanos a veces ambisionamos demasiado, sin darnos cuenta de que son cosas que en realidad no nos traeran la felicidad.

    Como tu has dicho, como simples mortales, sucumbiríamos ante el peso del solo sueño de la inmortaliad.

    Es precisamente por nuestra mortalidad, que nos caracterizamos por ser los únicos seres vivientes que siempre están en búsqueda de nuevos retos, aventuras, conociemientos, y no solo de alimento y cobijo. La conciencia que tenemos de nuestra mortalidad es lo que nos impulsa a aprovechar cada min del día... o al menos así debería ser.

    Gracias por unir todas ésas palabras, y darle forma a un texto rico en mensajes de vida.

    Nos estamos leyendo, hasta entonces...

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  9. Bohemia, gracias. Tú blog también es un gran blog con textos breves y poderosos.

    Saludos.

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  10. So, cuando gustes pasa por este blog y regocijate con los textos que quieras; después de todo mis textos están para eso, para que el lector pase un momento de sonrisas, pensamientos o bien seriedad.

    Gracias por comentar y pasar por aquí.

    Saludos.

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  11. kyara_athena, tal cual lo decís, es. Tener conciencia de nuestra "mortalidad" es lo que nos hace seres distintos. Ser los únicos seres que percibimos y manipulamos, como podemos, el sentimiento del "amor" también nos hace únicos y distintos. Este texto tuvo una inspiración. Hace poco leí un cuento de Borges, aclaro que en sí Borges no me gusta pero tenía el libro al alcance de mí mano y lo leí, y tenía como título "El inmortal" y me imaginé a un inmortal actual, no de antaño como el que él relata y de ahí se desprendió este relato de ficción.

    Me encantaría saber como se llama esa película que comentás en tú comentario así tal vez la pueda ver. El tema de la inmortalidad es un tema complejo y que a mí particularmente siempre me ha llamado la atención. Cuando era niño compraba una revista que traía, entre tantas otras historias, la de "Gilgamesh, El Inmortal" que era un ser calvo y superior, capaz de pensar mucho más elevadamente que el resto debido a su inmortalidad y experiencia.

    Saludos.


    p.d.: y "no seremos nunca felices si no la compartimos", es totalmente cierto.

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  12. Textazo.
    Te felicito, un placer venir a tu casa.

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  13. Gracias Anita, me alegro te haya gustado y sé bienvenida siempre por esta casa.

    Saludos.

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  14. me atrevería a decir, que tu cara, es mucho más agradable que esa máscara..pero entiendo que a veces uno quiera preservar su imagen. En todo caso, quería decirte que me parece conocerte desde hace mucho tiempo, quizá en otra vida...quizá en otro blog.... quizás.... cariños para tí, amigo.

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  15. Casandra, creo que el rostro de cualquier ser humano por más feas facciones que posea tiene cierta belleza que lo hace único. En mi caso como escritor la máscara es el correlato de mi pseudónimo. En realidad es una manera de independizar al lector del autor en sí y viceversa y es la manera justa y apropiada para que el lector mantenga un romance con las letras y el autor una autopista independiente con su vida.

    Puede ser que nos hallamos leído en algún otro blog, o no, no soy muy asiduo a la internet, tan solo me gusta escribir y punto. Hay personas que parecen confundirse con otras, a mí me suele pasar a menudo, y nos traen viejas imágenes a nuestra memoria de seres queridos o amigos invisibles.

    Desde detrás de la máscara mis saludos.

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  16. es precioso

    sinceramente me encantó leerlo
    q lindo don que tenés

    cuanta envidia :)

    me encanta encontrar personas que tengan facilidad con las letras

    un gusto la verdad!

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  17. Grlanachronism, gracias.

    En realidad es un poco como decís vos, es como un don el hecho de que a uno le guste escribir. A mí me gusta desde muy pequeño y a lo largo de mis 37 años he escrito muchas cosas pero nunca un libro o siquiera participado en los tantos concursos de los cuales me envian invitaciones.

    No hablo mucho de mi faceta de escritor en mi vida real. Socialmente no mucha gente entiende que escribir es un placer, lo asocian con una manera bohemia de vivir, pero bueno ese es otro tema.

    Bienvenida a mi blog y pasá cuando quieras.

    Saludos.

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  18. esta buenisimo,con lo que lei me alcanza para decir que es de lo mejor y de los melores...

    soy nuevo en esto, y esta bueno conocer gente que escribe asi.

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  19. missesosabiertos gracias por tus elogios, amigo.

    Bienvenido a este blog, y pasá cuando quieras por aquí.

    Saludos.

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  20. Todos somos inmortales (mientras duramos...)

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  21. Muy bonito tu texto, lleno de fuerza e inmortal..
    Te felicto y te dejo mi cariño!

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  22. Simalme, en realidad sí, y más dentro nuestro.

    Saludos.

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  23. Carmen gracias por tus palabras y me alegro mucho que te haya gustado este texto.

    Saludos.

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  24. La inmortalidad de nuestros recuerdos, huellas en el pasado.

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  25. "Cerezo en Invierno" la frase que has dejado es una bonita metáfora que se hace muy real.

    Muchos éxitos en tú nuevo y flamante blog y bienvenida a este mundo blogger.

    Saludos.

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