jueves, 11 de junio de 2009

Los balcones de Murcia (fin)




5.


El resplandor azul de un televisor que se encendía en un departamento vecino me volvió a la realidad aquella noche de sábado. Habían transcurrido dos años desde la última vez que la vi. La vida, por esas cuestiones ininteligibles, nos había conducido por caminos distintos. Nos habíamos separado una tarde de octubre mientras charlábamos en la Plaza de las Flores. De común acuerdo, casi sin palabras, ambos asentimos con nuestra cabeza y nuestro corazón, dando así por sentenciada una separación que venía anunciándose desde hacía un tiempo. Aún siento la tibieza de sus manos desprenderse de las mías y cómo un frío repentino me invadió. Secándose las lágrimas se levantó del banco donde estábamos sentados, tomó mi cabeza entre sus manos y apoyándola en su vientre me acarició el pelo con una dulzura que jamás había percibido en otra mujer. Al poco tiempo se alejó caminando lentamente rumbo a la nada perdiéndose entre las personas y los grises de las calles.

Desde aquella tarde de octubre mi vida tuvo un duro proceso de luto. El laberinto que mi destino había elegido para mí era tremendamente intrincado y yo lograba descifrar los vericuetos con mucho trabajo y esfuerzo. La extrañaba, muchas noches la echaba de menos entre mis sábanas, y aunque otras mujeres pasaron por mi vida después de su partida yo siempre sentí la ausencia de su cuerpo bajo el tacto de mis manos y mi piel. Durante mucho tiempo pensé en nuestros días juntos y con eso me consolaba, pero por dentro sentía un vacío tan hondo como un abismo sin fin. Cada vez que los recuerdos me asaltaban paseaba por la Plaza de las Flores en busca de sosiego. Lo lograba a veces, y así cauterizaba aunque sea a medias mis heridas.
La noche anterior a nuestra separación mientras estaba dormido un ruido en mi balcón me despertó. Alguien arrojaba piedritas desde la calle. Al asomarme me sorprendí, era ella parada en medio de la calle a aquella hora de la madrugada, con un sonrisa pícara, haciéndome seña de que bajara.

Lo hice.

- ¿Qué pasa?, ¿qué hacés acá y a esta hora?, ¿porqué no subiste si tenés llaves? –le pregunté sorprendido.

Me besó suavemente durante un minuto completo con los ojos cerrados. Yo cerré los míos. Al cabo de ese tiempo ella volvió a abrirlos, se retiró y me siguió contemplando con aquella sonrisa y sin decirme palabra alguna.

- ¿Estás bien, mi amor? –pregunté esta vez.

- Claro, estoy enamorada de vos, pero aún así necesito que hablemos. –dijo mientras no quitaba su mirada de mí.

- Ok, hablemos entonces.

Lo hicimos. Hablamos durante un buen rato. Todo el mundo dormía, la calle estaba vacía y muy de vez en cuando alguna que otra persona caminaba por la vereda. Una humedad de locos había empañado hasta la luna y nosotros dos seguíamos sentados en el cordón de la vereda charlando.

- Algo en nosotros no va –me dijo al empezar a hablar- Hay algo que no puedo definir que me ahoga y me siento morir cuando eso me viene. No puedo decirte si es algo que haces o es algo que yo hago, pero ese “algo” no me deja ser feliz. Me siento que estoy parada frente a un laberinto y que tú estás en la salida del mismo y que debo atravesarlo todo para poder estar contigo, completamente contigo, ¿me puedes entender lo que digo?

Me sentí morir.

La observé y solo me limité a hacer una pequeña mueca de asentimiento con mis labios. Sólo eso. Luego la abracé. En ese instante muchas cosas rodaron por mi cabeza, pero ninguna fue negativa. La volví a besar y durante el tiempo que duró el beso entendí que una fisura, inesperada, había dejado salir parte de la magia del amor que nos teníamos; y lo que quedaba dentro del globo que nos acogía ya no era suficiente para dar vida al sentimiento. El globo estaba a punto de reventar y yo me sentía muy dentro de él. La sensación de un hombre dejado es horrible, se siente como la presión de mil bombas atómicas estallando juntas en la cabeza y en el medio del pecho (puedo imaginar que para una mujer debe ser algo similar). Aún así no lloré. La tomé de la mano y la acompañé a su casa. En el trayecto hablamos de cualquier cosa menos de nuestra separación. Sin embargo yo la notaba lejana, como si aquella mujer única a la que yo amaba hubiese dejado parte de su interior en algún perchero y tan solo su cuerpo hubiera salido a mi encuentro manteniéndose erguida y fría junto a mí.

- Te amo, eso lo sé, pero no puedo. Sé que es difícil entenderme pero es lo que me sale decirte, no puedo explicarte nada más, tampoco te pediré tiempos, me parece absurdo, tampoco te diré frases gastadas ni esperanzadoras. Necesito esto o te juro que sucumbiré. –dijo ya entre sollozos al momento de despedirnos frente a su casa.

Sequé sus lágrimas y dándole un beso en su frente sonreí. Esa sonrisa expresó mil palabras juntas provenientes de mi interior y creo que ella las entendió. Subió las escaleras, la perdí de vista y de mi vida. Un cartel de neón emitía chispazos. Un perro viejo dormía en la puerta de una casa vecina, los fresnos plantados en la vereda se mecían con la brisa y unas nubes grises oscurecían de a ratos el cielo. Ahora estaba seguro que ella había dejado de amarme y que había salido completamente de mi vida.



El resplandor del televisor seguía vivo y podía observar cómo por la pantalla parecían moverse cientos de gusanos digitales sin sentido y sin cansarse. Desde el sofá miré hacia el balcón del departamento que ella ocupaba, ya no había gerberas ni margaritas. Un cartel de “se vende” colgaba hacia la calle. Las cosas pasan, la vida pasa, me dije en ese momento. Y realmente aprendí que era así. Sin embargo aquella sensación de vacío me hacía sentir desprotegido, huérfano, y mantenía una sensación de cómo si me hubieran arrebatado algo que me era imprescindible de forma injusta. Cerré el libro que estaba leyendo, cerré las ventanas del balcón, apagué las luces y me acosté a dormir.

En los primeros días de noviembre mientras estaba de compras en el shopping nos cruzamos en uno de los pasillos. No había cambiado en nada. Estaba casi igual que aquella noche que nos despedimos pero sin embargo había cierta luminosidad en sus expresiones. Nos sorprendimos, nos saludamos, charlamos unos minutos de parados y automáticamente cruzamos un papel con nuestros nuevos números telefónicos. Recuerdo que al salir del shopping inhalé hondo y llené mis pulmones de aire puro, sintiéndome un hombre verdaderamente feliz. Me temblaban las piernas, pero de felicidad, no de miedo.

Una noche, después de aquél día del shopping, recibí una llamada. Era ella.

- Hola, quería hablar contigo –me dijo con vos queda- Después de nuestro encuentro del otro día he querido decirte algo pero no me he animado y ahora que tengo tú número telefónico he decidido hacerlo escudándome tras el auricular.

- ¿Y qué es eso tan importante que tienes para decirme?

- Que me casé, y fui mamá.

Enmudecí. Mantenía el tubo apoyado en mi oreja sin reacción alguna.

- Tenía que decírtelo, pero no podía mirándote a los ojos. –me dijo con un tono de voz nervioso.

- Está bien, has hecho bien en decírmelo. Me alegro por ti, seguramente serás muy feliz. –Mentí. Nada de eso sentía o pensaba, pero eran las palabras justas y necesarias para decir en aquel momento embarazoso.

- Gracias por entender. Y quiero que sepas que soy muy feliz de haberte visto de nuevo y que de alguna manera estés nuevamente en mi vida. –y colgó.

Entonces apagué las luces del departamento, tomé una silla y me senté a fumar un cigarrillo en el balcón. Pasé la palma de mi mano sobre la baranda y sentí la suavidad helada del metal dialogar con mi piel. Crucé los brazos y apoyé el mentón sobre ellos. Entonces lloré. No sé porqué, creo que fue de felicidad, porque en un instante comprendí que amar es también saber dejar ir, que amar significa desearle a alguien que es especial y fue parte de tú vida un camino feliz y éxitos en la búsqueda constante de la salida de su propio laberinto.


Fin.

Safe Creative #0906104000123

Jon Brion, "Theme", del soundtrack "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos"

18 comentarios:

  1. Literato,

    Me has dejado de cama. Como te atreves?

    Que triste...y perdoname, pero ese personaje es demasiado razonable para ser tan apasionado.

    Mi opinion.

    Saludos,

    Petra

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  2. Que amar es también saber dejar ir....

    Que frase y que historia. Los laberintos de la vida son así, pero creo que ÉL merece otro final.
    Ya sé, no te gustan los finales felices o al menos no en el sentido estricto, pero ¿así nada más? De repente es dificil ver como alguien sucumbe solo ante un sentimiento que a pesar de que lo tiene no hace nada más.
    Ahhhh me gusto mucho y será por eso que trato de hacerlo mio de alguna manera.
    Un besito para ti.

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  3. "comprendí que amar es también saber dejar ir" Si tan sólo fuera fácil aceptar esta realidad...Bello fin muy realista Besos

    Mågy :)

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  4. Ay como hizo aflorar mis recuerdos! De verdad, me sentí como si estuviera viviendo esa situación (otra vez). Muchos saludos

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  5. Un final tan abrupto como inevitable... Así suelen terminar las grandes historias...
    Muy bello relato

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  6. Llore con este final, como no te das una idea...
    amar es también saber dejar ir....

    es gracioso todo lo q se me pasa por la cabeza en este momento, y cuan difícil me es expresarlo

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  7. @PETRA

    La tristeza es parte de las relaciones humanas. Siempre que el amor intervenga en algún punto la tristeza le estará asociada. ¿Acaso conoces a alguien que habiendo amado no se puso triste por alguna razón durante ese período? Creo que no.

    ¿Porqué no podría ser apasionado e inteligente o un hombre con raciocinio? Creo que una cosa no es condición sin equa non de la otra.

    Saludos.



    @ALEJANDRA:

    Sí, me conocés bien, los finales felices no me gustan pero ello no me condiciona para escribir. En realidad no me gustan ese tipo de finales mas que todo en las películas, ¿se entiende? =)

    Cuando uno escucha o lee esa frase "amar también es saber dejar ir" creo que no la entiende. Cuando uno ama y sabe que debe dejar ir no lo hace, es como algo involuntario, vos no querés dejar ir lo que querés, es como pedirle a un niño que suelte su cometa cuando lo remota y se siente feliz.

    Gracias Ale.

    Saludos.



    @MAGY:


    Sí, claro que no es fácil. Como le decía a Alejandra en mi respuesta anterior uno sabe que es lo que tiene que hacer pero se niega casi involuntariamente a ello.

    Me alegro que te haya gustado.

    Saludos.

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  8. @ZAHIR de P.

    Bienvenida a mi blog.

    Gracias, me alegro que te guste.


    Saludos.



    @LA SOLITARIA


    A veces cuando uno lee ficción se vuelve realidad porque roza demasiado cerca con la vida, ¿no?

    Qué bueno que te haya gustado.

    Saludos.



    @DEVEZ:

    Sí, no sé si abrupto pero creo que era inevitable como decís vos.

    No sé porqué nunca pude perfilar un final feliz mientras escribía esta historia. Cuando me sentaba a darle continuación veía siempre al personaje en escenas mentales de mucho análisis y duda. Bueno, así terminó la cosa.

    Me alegro te haya gustado.

    Avisame cuando hagas chop suei pero con poca salsa de soja =)

    Saludos.


    @MAQUI:

    Te has convertido en una de mis lectoras más fieles en poco tiempo. Yo también cuando leo algunos libros me emociono, y mucho. La última vez que lagrimeé cuando leí un libro fue al leer "El niño del pijamas a rayas" de Boyle. Ese libro me afloró lágrimas, sí señor.

    Gracias por siempre pasar.


    Saludos.

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  9. @@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@

    A MIS LECTORES

    @@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@

    Esta ha sido una linda historia y dividida en capítulos ha sido un poco mas llevadera de leer.

    Gracias a todos por sus comentarios y críticas constructivas.
    Gracias también a aquellos que no dejan comentarios en el blog y me siguen mandando correos electrónicos o mensajes en mi MSN con su parecer sobre mis escritos.

    A todos gracias.

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  10. Excelente blog.
    Si estas leyendo "Cartero", te debes estar descostillando y estarás diciéndote "Como no había leído esto antes" (al menos es lo que me paso a mí).

    Un saludo

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  11. @POETADESTERRADO:

    Bienvenido a mi blog, amigo.

    Sí, estoy leyendo el libro de Bukowski y la verdad que es un "reverendo hijo de puta", tal cual lo definen muchos.
    Me gusta como escribe. Tiene poder de simpleza.

    Gracias por pasar y me alegro te guste mi blog.

    Saludos.

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  12. El final flotaba en el relato...
    Agendo chop suei... pero (acá va la tan buscada réplica)de todo tenés algo para decir! Si no es el esmalte, la salsa de soja! ja...
    Un beso, gracias por las visitas...

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  13. @DEVEZ:

    Es difícil que me encuentres callado.

    Sep, lo de esmalte noooooo jajajaja pero bueee en la fotografía no quedaba mal ;)

    Y la salsa de soja la como, sí, la uso cuando cocino, a veces, pero en su justa medida, lady.

    De nada.

    =)

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  14. Como sos capaz de hacerme esto!!!! Cuando ya estaba emocionada por este amor... Cuando lo habia hecho mio, sintiendolo en la piel, haciendolo carne, me los separas!!!!!
    Juro q toooooodas tus historias me encantan y siempre los personajes me parecieron, en mayor o menor medida, bellisimos. Pero a la protagonista de esta historia la odio!! Si, la ODIO!!! Q significa ese "ALGO" q no le cierra, q no la deja ser feliz... Pero por favor, hay maneras mas directas pero menos dolorosas para decir que queres terminar una relacion...
    Lite perdoname, pero me hizo enojar!!!
    Pucha... Y yo q ya los veia casados y con niños....
    Se me pianto un lagrimon!!!!

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  15. @GUADA:

    Sorry, es que cuando escribo las historias las escenas fluyen solas, amiga. Bueno, otra vez será =)

    Pero más allá que el final no te gustó me alegro que la historia en sí te haya gustado.

    ¿Ta nojada? naaaaaaaaa

    jajajaja

    Beso y gracias por pasar.

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  16. Noooooooooooo samigo!!! Como buastar nojada con ute????

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  17. @GUADA:

    jajajaja, ya lo sé, tan solo jodia.

    Beso.

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