jueves, 15 de julio de 2010

El deseo de Javier


Un deseo no le era ajeno a Javier. Un deseo carnal, puro, nacido en las entrañas de los hombres, que a medida que se crece se afianza como la raíz de las vides. Javier deseaba mirar tetas, pero no podía, era una mezcla de niño púber y adolescente, y eso, aniquilaba sus deseos más íntimos.
Sin embargo, cierto día, su hermano mayor se apiadó de él ¿Quieres ver tetas? –le dijo- entonces veras tetas, muchas tetas. Fue entonces que su hermano decidió comprarle revistas de mujeres. Revistas plagadas de tetas. Grandes, pequeñas, bochornosas, escandalizantes, eróticas, sensuales. Tetas, sin más.

El ciclo de felicidad de Javier duró un breve espacio de tiempo. Acabó conociendo esas tetas hasta el paroxismo, llegando al punto en muchos casos de memorizarlas, dibujarlas y hasta casi poder expresar la sensación que le producía el tocarlas o besarlas. Había llegado a la conclusión que un cuerpo inerte que no responde, tarde o temprano termina aburriéndote por más exuberante que éste fuera.

Un día Javier conoció las tetas en realidad. Pudo sentirlas, palparlas, besarlas, desearlas, saborearlas, hacerlas suyas. Muchos cuerpos desnudos fueron pasando entre sus sábanas, por su piel. Sin embargo, un cuerpo desnudo, pasado los golpes del ardor inicial, se reduce, inevitablemente, a un cuerpo igual a todos los cuerpos. Entonces él supo que un cuerpo ha de dar algo más, no solo algo visual que te sofoca y que tras el sofocón solo queda la nada, sino un algo que lo hace único. Debía haber algo más, ¿pero qué?...

En los días actuales para Javier una revista no es suficiente. En su madurez ahora tiene las tetas a un clic en la pantalla de su computadora, o en un DVD en su reproductor, o bien por unos pocos pesos en cualquier bar desde el más lujoso hasta el más umbrío. Sin embargo aún no puede desvelar el misterio. Ese “algo más” aún le es esquivo. Los cuerpos siguen siendo cuerpos, las tetas siguen siendo tetas, y aún, sin saber cómo, admira a esos hombres que dicen que no importa el cuerpo sino lo que no tiene nombre y los habita por dentro.


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6 comentarios:

  1. Tetas tenemos todos. Más grandes, más chicas, elevadas o a ras del suelo. pero ¿podemos decir lo mismo del corazón, tenemos todos?
    Un placer leerte, siempre. Besos mil!!!

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  2. @SILVIA:

    Ese corazón emblemático al cual te referís en muchas personas brilla por su ausencia. No obstante, las tetas, el cuerpo en sí, el deseo solo carnal exento de sentimientos, es algo muy en boga por estos tiempos.

    Hay un mundo muy revuelto allí afuera, difícil de entender, mucho más de explicárselo a uno mismo.

    Un gusto tenerte comentando nuevamente por mi blog.

    Beso!

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  3. La última frase es la mejor...
    Quizás el pobre Javier tenga la dica de conocer algún día lo que habita en el interior de algún cuerpo... entonces querrá quedarse ahí... y habitarlo por siempre....
    Lindo cuento...

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  4. Me gustó tu texto, es directo y lleno de verdades.

    Te dejé un regalito en mi blog, pasa a recogerlo cuando quieras.

    Besitos!

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  5. @REINA:

    ¿Te has preguntado cuantas personas pasan por esta vida solo admirando lo superficial? Muchas. Y ¿cuántas anhelan ser amadas o queridas más allá de lo superficial? Otras muchas.
    El mundo es un increíble misterio que nunca deja de sorprender. Nadie sabe lo que nos depara el futuro en este mundo y cómo nuestros sentimientos se expresaran. O si realmente lograrán expresarse como ellos desean.

    Me alegro te haya gustado.

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  6. @PITUFINA:

    Gracias por el premio, gracias por la onda y como siempre: un gusto que te pasees por mí blog.

    Beso.

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