viernes, 3 de abril de 2009

el suave precipitar de la pluma (1)

1.

Un día de primavera de hace unos tantos años atrás me sorprendí a mi mismo tirado en la cama contando las manchas que tenía el techo del dormitorio donde había pasado la noche anterior. A mi lado la respiración acompasada y casi imperceptible de Irina me anclaba a una realidad a la cual no podía escaparle. Esa mañana decidí leer el periódico cultural. Hacía mucho tiempo que no despertaba plácidamente y leía algo de mi gusto, por esa razón esa mañana decidí dedicármela a leer, y así agregar un poco más de cultura a la torre de Babel que estaba construyendo dentro de mí. Soy escritor desde que tengo uso de razón, y lector asiduo, una especie de hombre viviendo en una eterna ficción.

Fue en la sección de libros donde leí un artículo que hablaba de mi última novela. Despiadadamente el autor de la nota la destrozaba y me señalaba como un escritor en decadencia. No pude terminar de leer todo el artículo, pues mis nervios y mi impotencia eran mayores, así que apoyé el periódico sobre mi pecho con fuerza y globalicé todas las manchas del techo en una sola y de color rojo. Rojo de furia.
Lo único que mantenía un equilibrio entre mi furia y la normalidad era la respiración de Irina. Envidiaba ver como aquella joven de veintiséis años dormía al lado de un escritor en decadencia de casi sesenta. Calmé mi furia en su piel. Mi mirada la recorrió palmo a palmo, con la paciencia necesaria para que mis nervios volvieran a la normalidad tras leer aquella nota. Entre la tibieza y suavidad de aquella jovencita apagué el incendio que la furia me había provocado y me dejé arrastrar a un sitio donde antes nunca había estado, el ocaso de mi carrera.

Sin hacer ruido me levanté, me vestí y me senté en las escalinatas de la entrada de la casa. Frente mío, el mar. Las olas suavemente lamían la costa y una que otra gaviota se veía sobrevolar cerca de los barcos pesqueros que entraban a la bahía. La mañana estaba fresca a pesar de ser primavera, pero yo lo estaba más aún dentro de mí. Aquella luz que siempre se mantuvo encendida por musas inspiradoras y millones de palabras apelotonadas se había empezado a extinguir. Se sentía como una muerte lenta y anunciada, y yo me vi como un condenado a pena de muerte que languidecía. A mi izquierda las casas vecinas se veían como una postal. Unos cien metros separaban una de otra y de una de ellas se escuchaba una melodía tocada en piano, fresca y poderosa como aquella mañana. Por un momento recordé a Música para Camaleones, de Truman Capote, imaginé estar en aquella isla donde una mujer misteriosa encantaba camaleones con la melodía de su piano de cola. Fue entonces que esa melodía me emocionó. Me apretujó las fibras íntimas y abusó de mi momento haciéndome quebrarme en llanto.

Lloré hasta sentir la suavidad de sus pezones rozar mi brazo. Irina había despertado y tras haber leído la nota en el periódico acudió en mi socorro. Me tomó suavemente por sorpresa abrazándome por detrás. Desnuda, su piel se volvió helada y tibia a la vez cargándose de una terrible compasión. Dejé de llorar al poco tiempo de estar abrazado a ella, solo algunos espasmos de suspiros y sollozos me venían intermitentemente. Contemplamos abrazados el mar sin decir palabra alguna. El periódico agitaba sus hojas al viento mientras permanecía tirado sobre el piso de madera. El aire cargaba una cierta sensación a duelo y un embriagante olor a cambios.
El sol comenzaba a ser altivo y el oleaje a mecerse más y más fuerte. La vida en sí seguía su curso, los vecinos comenzaban a caminar por la playa y a saludarnos. Irina se ocultaba detrás de mí para que nadie pudiese observar aquella desnudez que solo me pertenecía a mí. Todo cuanto me rodeaba parecía seguir su curso con una normalidad demoledora, tan solo yo sentía estar cayéndome por una grieta que se había abierto en el piso justo debajo de mi cuerpo para así caer a un abismo que me resultaba, hasta la noche anterior, tan lejano a mí.

17 comentarios:

  1. Hola escritor,alma sensible, coterráneo.
    Yo vivo creca del mar, tal vez en una de esas casas que distan 100 mts unas de otras, a veces me refugio en mi laberinto y cuando salgo, llego mágicamante a sitios como éste, donde mi atención se quedó atrapada por completo, donde sentí las olas en mis pies, donde una postal se puso a latir justo para sanar esa grieta.
    Se nota que esta ficción ha logrado que el protagonista se fortalezca ante los comentarios de quienes se amaparan en vestiduras huecas para destrozar sensibilidades ajenas.
    Te dejo un beso a la orilla del mar y te invito cuando gustes a visitarme, valoraré mucho tu opinión!!!

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  2. Cuántas veces hemos sentido ese avismo donde las musas nos están abandonando, donde necesitamos espacio y silencio para poder escuchar ese canto celestial...tantas veces desnudando el alma ante "palabras apelotonadas".
    Como las olas somos, vamos y venimos a la orilla para borrar las huellas que otros intentan dejar.

    Saludos!!

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  3. ¡Hola! Muy bonito lo que he
    leído, me ha gustado mucho.
    Veo por tus seguidores que te gusta
    el Arte.Muchas gracias por todo.
    Ya estoy en casa tranquilamente,
    desde Londres era agobiante escribir porque no había ni"ñ",ni
    acentos en el ordenador.Mi último
    trabajo tiene que ver con el viaje
    y es de Picasso,espero que te guste.Estamos en contacto.Me gustaría que me dejaras un saludo
    tuyo en el blog si te apetece.

    Un abrazo.

    CALAMANDA

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  4. ¡Hola! Olvidaba decir que la
    foto que acompaña el texto es muy
    bonita y acertada.
    Un abrazo.

    CALAMANDA

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  5. Menuda sensación la de sentirse en el caer del abismo.
    Sea real o ficticia, esta muy bien lograda.
    Hasta el vacio en el estomago he sentido.

    Me gusto.

    Besos.

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  6. Sensaciones que comparto,sentidas.Soplo estas letras,recreo el viento para que te lleguen.Un placer tu casa.Un beso

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  7. Creo que no deberia importarte una critica de un diario. Al fin de cuentas quienes disfrutan de tus relatos o de los relatos de ese personaje estan felices de hacerlo!!!
    Estas en buena compañia y en un lugar esplendido!!!
    Se siente desde aca.. desde el otro lado!!!
    Que bello!!!
    Que mas satisfacción que a mi me agrade y a las personas que te leen o leen a ese escritor (supuestamente en decadencia)
    Quien dice cuando comienza la decadencia de un hombre???
    Besos cielo, llenos de luz !!!

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  8. La decandencia de la edad, es más fuerte que la del hombre en sí. Tus letras son enormes, me voy satisfecha de acariciar tus palabras,

    Monique.

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  9. muy,muy bonito, visitare este blog seguido.

    beso

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  10. Paola, gracias por tus palabras y es un gusto que los lectores se identifiquen con mis escritos. Creo, como siempre opino, que el éxito de escribir radica en la absorción del texto por parte del lector y el paisaje que éste dibuje imaginariamente en su mente. Cuando eso se logra entonces el escritor se siente feliz y con gloria.

    Muy gráfica la imagen de las casas de la playa. Suerte la tuya de vivir cerca del mar, yo tan solo lo vi una vez.

    Saludos.

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  11. Magy, al principio, cuando empezaba a escribir, si sentía que las musas me abandonaban me ponía mal y me recriminaba que nunca escribiría nada que sirviese. A lo largo de los años las musas me han abandonado muchas veces, muchas, pero otras veces me han abordado significativamente y cargadas de riquezas. Creo que todo es cuestión de tiempo. Aquí, en este relato el escritor se siente abatido pero no por ello deja de escribir. Le duele, lo sufre, pero sigue.

    Saludos.

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  12. Calamanda, el arte en sí creo que conforma parte del intelecto de cualquier persona. Si aisláramos el arte se nos vería como personas súmamente limitadas, ¿no te parece?.

    Así que ya regresaste de Londres, bueno, me alegro que te haya ido bien por allá y ya me daré una vuelta por tú blog para leer sobre Picasso.

    Saludos.

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  13. Cecy, es bueno que el texto te haya trasladado esa sensación. Digo bueno porque en realidad es lo que quise al momento de escribirlo.

    Saludos.

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  14. Fiorella, un gusto que recorras mi blog. Siempre sentite bienvenida.

    Saludos.

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  15. SOL, no debería importar pero humanamente a mí me ha pasado y a veces la crítica duele y mucho, y más cuando es despiadada y sin sentido. Es que hay gente mala, eso no es algo nuevo bajo el sol. Sin embargo, al personaje le ha pasado a los sesenta años y ha sido duro para él. Particularmente me ha gustado escribir este texto porque me imaginé yo a esa edad cuando lo hacía.

    Gracias también por tús palabras, es un verdadero gusto que mis lectores se sientan cómodos con mis letras.

    Saludos.

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  16. Monique, es correcto. Decaer en edad, sin importar cuántos años tengas, es terrible y sé de algunas personas que no lo han logrado sobrellevar y caen en profundos pozos depresivos.

    Gracias por los elogios y más viniendo una gran lectora de Albert Camus.

    Saludos.

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  17. Magnolia, bienvenida a mi blog y regresa cuando quieras... siempre habrá algún escrito para que te identifiques.

    Saludos.

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