lunes, 13 de abril de 2009

unificando mis "yo"


Siempre me fue imposible despegarme de aquel recuerdo que por las noches me asalta y me comprime el pecho hasta hacerme despertar. Caminaba por la calle entre cientos de mujeres en el día y había un instante, un punto exacto, en donde no me sentía igual a ellas. Me sentía el punto negro en la hoja blanca. Pero nadie se percataba de ello, porque era imposible que alguien lo viera, tan solo yo me veía así cuando aquel recuerdo me tomaba de sorpresa y me mostraba ese día como una mancha imborrable de mi pasado.

Creo que una gran goma borradora de recuerdos sería el anhelo de muchos humanos, al menos para mí lo era. Una goma que pudiese quitar aquellas cosas por las que hemos tenido que pasar y han marcado nuestras vidas con ecos lamentables para nuestro vivir futuro, eso es lo que yo querría para mí, para así poder borrar aquel recuerdo que en noches inesperadas me deja casi sin aliento y sumergida en un mar de lágrimas.

Los días especiales en nuestras vidas, por lo general, son memorizados especialmente, aunque sean malos, y el solo recordarlos nos sumergen en un momento amargo. El día que sucedió aquello creí que sería el mejor día de mi vida, el que siempre recordaría con una sonrisa y del cual me jactaría por haber sido la acción que mejor elegí en mi vida. Pero no fue así. Mi matrimonio duró casi lo mismo que la vida de un colibrí. Y pasó tan fugazmente dentro de mí como el mismo aleteo del ave. El sabor amargo de ese recuerdo espantaba hasta los fantasmas y demonios más agazapados en la oscuridad de mis noches. Marcó mi vida y ultrajó mis esperanzas.

No obstante una mañana me levanté y tras haber soñado con aquellos días me dije que algo debía de cambiar, que así no podía seguir, que si el cielo se permitía cambiar día a día porque no podría hacerlo yo. Y lo intenté. Y lo logré. Aquel imposible se convirtió en un posible. Al principio intenté organizar mi mente indicándole en cual de las dos veredas yo estaba parada, en la de la culpa o en la de la aceptación. Siempre me paraba en la vereda de la culpa, del “yo permití”, del “yo dejé que pasara”, del “yo no supe ver” y del “yo fui tan estúpida que lo dejé actuar”. Eran muchos “yo” para mi mente y mi espíritu, así que decidí quedarme con uno, mi propio “yo” interior. Los demás sobraban. Solo polucionaban mi cabeza y no me dejaban ser, por ende, necesitaba eliminar veredas y solamente construir un camino por el cual debería empezar a gatear al principio, dar mis primeros pasos después y correr cuando ya lo conociese a la perfección. Y fue así que lo hice. Con mucho sacrificio y horas de mi vida invertidas en luchar. Pero valió la pena. Lo logré.

Esa mañana pasó a ser el recuerdo que borró el otro recuerdo. Fue el momento que elegí para suplantar el quiste que tenía mi pensamiento. Había logrado mi propia metamorfosis (creo que hasta entendí a Kafka cuando fue escarabajo) y había conseguido ver en el crepúsculo de una mañana como el sol sigue saliendo y vuelve a entibiarnos el alma.

3 comentarios:

  1. no existe la goma de borrar recuerdos...y si existiera quedaría igual la marca de lo que borramos ( como en el colegio cuando éramos niños)sin embargo, como vos decís existen días de sol y cielos espléndidos que nos reconcilian con la vida.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Ana, esa idea tuya sobre si usáramos la goma y que la marca quedaría se me graficó muchísimo y es que en realidad eso es lo que sucede. Pero también como digo yo en el texto y vos coincidís conmigo, hay días y cielos espléndidos para que la vida y nosotros nos demos una nueva chance... y más si nosotros nos equivocamos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Era agobiante luchar siempre con mis otros yo, porque nunca llegabamos a un acuerdo, hasta que un dia les dije basta (no hace mucho) y esta vez, termine ganando yo!!!!!
    Sin culpas, sin remordimientos. Siendo protagonista de la decisión. Hoy, aqui y ahora, tomo los recuerdos como excelentes manuales de vida, para intentar no volver a repetir la misma historia....

    Sensibilidad pura, un hombre describiendo sensaciones sumamente femeninas... Que mejor que las palabras del sexo opuesto para afirmar, que mi determinación, fue la correcta....

    Gracias!!!

    Saludos

    ResponderEliminar