domingo, 28 de junio de 2009

Susukis (fin)





Parte 6 (fin)



La habitación estaba llena de un aire dulzón cuando desperté. Me dolía todo el cuerpo de la mala postura en la que me dormí. Izumi aún seguía profundamente dormida sobre el sofá. Al mover lentamente mi cuerpo y desperezarme me di cuenta que por primera vez había despertado al lado de Izumi. Aproveché ese instante para guardarlo en mi memoria. Pocas veces me he permitido grabar los momentos que reconozco importantes en mi vida, ese día lo hice y me sentí feliz por ello. Preparé un desayuno simple, regué las plantas, abrí las ventanas de la casa dejando entrar más aire dulce. Increíblemente en ese momento me sentí en familia nuevamente, como si toda la soledad de los últimos años hubiese sido comprimida y arrojada al universo como un meteorito. Lejos, bien lejos, así sentí la soledad en aquel momento. Izumi se despertó a media mañana. El café estaba tibio, pero no me importó volver a hacerle uno nuevo, tan solo sentir que ejecutaba aquella acción me hacia sentir completo de alguna manera. Increíblemente hay seres que nos complementan –eso pensé- y que por más que para los ojos de cualquier otro humano sea un ser normal, vulgar, para uno es único e irrepetible. Sus partículas se fusionan con las de uno, su aura brilla con la nuestra. No sucede siempre. Yo sentía que con Izumi me sucedía y no estaba dispuesto a dejar pasar esa oportunidad.

Comenzamos a frecuentarnos, de a poco la relación comenzó a entretejer una malla fuerte que no solo unía sino que nos protegía de un mundo exterior que muchas veces se volvía hostil, y también de nuestras propias peleas y desencuentros. Íbamos al cine, comíamos en restaurantes caros y también comida rápida en la estación del metro. Mirábamos recitales de rock en DVD tirados sobre el sofá, llorábamos con comedias románticas y jugábamos a las cartas los días de lluvia. Ninguno le decía al otro qué hacer. Cada uno tenía el suficiente tacto y la justa visión para lograr ver la línea, casi imperceptible, que nos dividía las acciones amorosas de las que nos podrían causar dolor. Aprendimos poco a poco a no romper los cristales que protegían lo que habíamos logrado conseguir. Ambos sabíamos que lo conseguido, que lo invisible que nos mantenía fusionados, era algo valioso, casi en extinción. Muchas veces pensé que Izumi pensaba paralelamente como yo. Darse cuenta de lo importante que es quien te ama con todos sus defectos y virtudes es algo que no es tan simple de encontrar dentro de uno mismo. Por eso lo valorábamos, nos valorábamos. Hacíamos el amor siempre que nos veíamos, una y otra vez, sin necesidad de pedírselo el uno al otro. Tan solo nos mirábamos y deseándonos comenzábamos a desvestirnos y amarnos. En el momento de estar dentro de ella increíblemente mi campo visual solo se concentraba en su sonrisa, en su contorno y en el movimiento ondulatorio y frenético de su cuerpo.

Fue una bella época.

En el jardín los colibríes solían revolotear a la hora de la siesta y en ese momento Izumi solía quedarse quieta, sentada debajo del fresno, a observarlos. Mi pensamiento al ver aquella visión me hacía imaginar a aquella mujer que ahora corría por mis venas como la habitante de aquel mundo imaginario cargado de árboles de papel. Es increíble cómo hay personas que por el tan solo hecho de existir escriben en el libro de nuestra propia vida, pensé.

Una tarde de primavera decidí proponerle vivir juntos.

- Oye, Izumi, ¿vivirías conmigo? –le dije al levantarme y mientras aún ella dormitaba. Creo que aproveché ese momento porque si la veía despierta completamente me inhibiría.

Izumi hundió su cara en la almohada por un instante y yo sentí haber cometido un error. Pero no, no fue un error. Ella tan solo sollozaba. En ese momento la sentí tan femenina, tan única para mí que solo pude atinar a contemplarla en silencio. Me atreví a acariciar su espalda desnuda y con la calidez de mi mano suavizar los cientos de pensamientos y sensaciones que tal vez mi proposición le había hecho sentir. Se incorporó lentamente y con sus labios a pocos milímetros de los míos me dijo, sí, claro. Nos abrazamos. Creo que tarareé una canción de Jim Morrison en su oído. Supuse que le gustó, ella me abrazó más fuerte hundiendo su rostro en mi cuello.

- Papá, si mezclo acuarela de color azul con otra de color amarillo ¿qué color logro? –me preguntó mi hija Lourdes, mientras pintábamos juntos bajo el fresno del patio.
- Verde, hija, verde.
- ¿Cómo el pasto?
- Claro, como el pasto, como la copa de los árboles, como las langostas.
- Papá, ¿y el celeste del cielo?, ¿cómo lo logro?
Me sonreí. Acaricié su pelo.
- Con un poco de blanco y otro poco del color que tienes dentro.
- ¡Papá!, ¡yo no tengo color dentro de mí!
- ¡Claro que lo tienes!, si te fijas todos tenemos un poquito de color dentro y con él podemos tocar otro color y ver el resultado, un nuevo color, tal como el que deseamos. ¡Vamos!, ¡tócate! –le dije señalándole su pecho.

Lourdes tocó su pequeño pecho y con su dedito apuntó al cielo.

Ambos quedamos riéndonos tendidos sobre el pasto y con nuestras ropas y manos llenas de pinturas multicolores. En ese momento, mientras miraba a mi hija pintar, giré lentamente la cabeza observando todo a mí alrededor. Izumi leía un libro en su silla mecedora, el césped desprendía un verdor claro y luminoso, los susukis que Izumi había plantado contra la cerca se veían espléndidos, el sol entibiaba la vida, mi hija menor compartía un momento de su corta vida conmigo, y mi propia vida, aquella que se había alterado drásticamente hacia un par de años, parecía haber vuelto a la normalidad. Tal vez los malos tiempos habían quedado aprisionados en un viejo cofre en el fondo del mar. No todo dura para siempre, pensé. Tal vez había llegado la calma después del huracán. Tal vez la ola gigante no me había aplastado completamente y la puerta del placar se había abierto para que yo saliera aún sin percibir los brazos acogedores de mi madre. Es casi imposible entender los designios del destino, como así tampoco en qué momento a la vida se le antoja decirnos qué se debe aprender. Nuevamente mi vida y yo estábamos conectados.



FIN.

Safe Creative #0906274059747

cover by Alex Cornell, "No One", original de Alicia Keys del albúm "As I am"

16 comentarios:

  1. @@@@@@@@@@@@@@@@@@

    Esta historia a finalizado. Seguramente tiene etapas parecidas a muchas historias, a la de cualquiera que puede pasar y leer o a un desconocido.

    Mucho frío en la noche de mi ciudad. Esta noche no sé porqué la siento demasiado solitaria.
    Tal vez sea ese habitante que tengo dentro que me lo acusa.

    Saludos a todos.

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  2. He vuelto, estuve desaparecida de estos medios. Termine de leer los balcones de murcia, deberia ponerme al dia con esta nueva historia sucede que no estoy teniendo tiempo para pasar mucho tiempo frente a la pc.
    Veo que cambiaron cosas por aquí! Has revelado parte de tu identidad =)
    Miguel, sí que hace frío, y mucho, en Rosario, de donde soy, la ciudad parece estar vacia, llueve poco, una pequeña llovisna, y es un poco melancólico, que a las 6 de la tarde ya se haga de noche. Pero bueno, más allá de eso hay que buscarle algo lindo a los domingos, cuando lo sepa te lo cuento.
    Saludos.

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  3. Querido amigo Miguel...
    Literato...

    Buenísima canción de fondo...
    Me acompaña...

    Pues ya tenes 6 partes para publicar un pequeño relato... ¿lo pensaste?... solo lo sugiero... podrías hacer algo.. al respecto... pensalo...

    Un fuerte abrazo cariño, cuidate mucho, besos.

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  4. La historia me ha fascinado, la chica guiando con su artoncha en el laberinto de la vida, la chica como ola gigante y devastadora, la chica como susukis tranquilizadores y esperanzadores.... y él sucumbiendo en cada una de sus etapas, dejandose atrapar, como nosotros los lectores en tu relato.

    Hay feria de libro por mi ciudad y ohh sorpresa Murakami aparecio ante mis ojos y no pude resistirme y compre dos libros. Sorpresa dos, aparecio su Izumi....

    :)

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  5. el final de este relato me lleno de muchisima esperanza. fue dsp cuando lei las etiquetas y debo decir q has hecho una magnifica eleccion de las mismas.
    un saludo!

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  6. @INDIANA:

    ¡Tanto tiempo!, ¡qué alegria de verte de nuevo por éste blog!

    A veces no hay mucho tiempo, sí, pero yo a diario me hago un huequito para pasar por algunos blogs que me gustan o escribir algo en los mios.

    Sí, ahora ya tengo nombre y fotografía, es como un alumbramiento jajaja.

    Los domingos a la tarde tienen esa cosa que si no la sabés manejar te terminan deprimiendo. Yo, dependiendo dónde vivía, hacía determinadas cosas como para cortar con ese momento.

    Gracias por pasar.
    Beso.

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  7. @NATALIA:

    Me he dado cuenta de lo que marcás del relato. Tengo otros relatos más extensos y que nunca he publicado en mi blog. Pero la meta sin lugar a dudas es una novela. Pronto, pronto.

    Gracias por pasar y siempre estar Naty.

    Beso.

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  8. @ALE:

    Me ha sorprendido la interesante interpretación que le diste a este relato. Bah, en realidad no debería sorprenderme pues siempre tenés un ojo bastante crítico para mis escritos y eso me gusta. No sabés lo bien que se siente cuando alguien que lee lo que escribís interpreta lo que uno ve en su mente al hacerlo.

    Me sonreí cuando leí lo de la feria del libro y Murakami. ¿Compraste "Sputnik, mi amor"?, ¿compraste "Tokio Blues"?, ¿compraste "Al sur de la frontera, al oeste del sol"?. Te recomiendo otro, de un escritor japonés también, se titula "Un grito de amor desde el centro del mundo" y su autor es Kyoichi Katayama. Es un gran libro, realmente me encantó y tiene cierto aire a la narrativa de Murakami, sin ser tan fantástica.

    Beso.

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  9. @SABRINA:

    Gracias por siempre pasar linda. La verdad que en este relato me concentré en las etiquetas, sí, cosa que en otros no he hecho tanto.

    Me alegro que te haya gustado. Esta última parte del relato habla de esperanza y da una conclusión optimista a esos tumultuosos años que vivió el personaje de Juan Manuel.

    Beso.

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  10. @@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@

    Tal vez ya habrán visto algunos que volví a reflotar mi viejo blog, "El errante" (http://miguel-aguilera.blogspot.com) y eso me pone feliz. En este blog, el de Literato, vuelco mi parte de escritor y en el otro, El Errante, mi otra parte, la de un tipo común y corriente que comparte sus maneras de pensar y anécdotas o vivencias de su propia vida. Cuando gusten pasen por ahí también.

    A todos, gracias.

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  11. Al sur de la frontera, al oeste del sol y el del Pajaro que le daba cuerda al mundo.
    =) A ver que tal me va....

    Tambien andaba buscando a Camus, por influencia de Monique, pero no lo encontre.

    Gracias por la recomendación, lo tendré en cuanta en mi lista.

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  12. @ALE:

    Ambos libros son geniales. De Camus tengo algo, en formato electrónico, te lo envío a tú mail, por si querés leerlo en la PC.

    Monique, sí, un fervorosa admiradora de Camus, aún recuerdo cuando me aconsejó leer "El extranjero" y entré a la librería "El Ateneo" en la capital de esta provincia y lo compré. Después de leerlo, sonreí. Es que hay personas que saben como hacer buena crítica literaria.

    Espero a que leas los libros de Murakami y luego me contás.

    Beso.

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  13. y yo también disfruto mucho de pasar por acá... será porque me gustaría mucho poder escribir como vos...

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  14. @BARBARA:

    Si te tuviera que responder pensando en el deseo que expresás no sabría cómo hacerlo. En realidad el hecho de escribir como lo hago es porque me sale así. Si bien pulo algunas aristas sueltas trato de ir mejorando poco a poco. A veces envidio sanamente a grandes escritores cómo lo hacen y muchas veces sueño con escribir una novela que la lean millones de personas, pero no en el fin lucrativo, sino en la sonrisa y el pensamiento mirando al cielo de esos millones de lectores. Algo así como me pasa a mí cuando termino un libro que me vuela la cabeza.

    Beso.

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  15. Estoy con sentimientos encontrados, sabes que Juan Manuel no fue mi personaje favorito, en parte estoy bien por El que regresara a "su vida normal", por otro lado, siento aun que El no hizo nada, absolutamente nada por tratar de ser feliz...
    Vivio en un matrimonio de muchas años, se estanco en una rutina, luego conoce a Izumi, esta lo llena de emociones, la mujer se entera, lo corre de su casa, este se va, pero no lucha ni por Izumi, ni por Ines, y se vuelve a estancar en esa soledad....esperando a ser rescatado, pero tambien me dio la impresion que, si Izumi nunca hubiera llamado, El se hubiera quedado asi...tranquilamente, llorando con su soleadad.....
    Como te dije en mi comentario anterior, tal vez sea yo muy exigente...
    Si bien esa trama es de la vida cotidiana y tal vez haya mil historias parecidas, mi experiencia personal en el amor es saber que luche y que han luchado por mi.
    =)
    Besitos Miguel

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  16. @NANCYQ:

    Me encantó tú comentario. Creo que has vivido el personaje de Juan Manuel en carne propia. Mientras leía lo que comentaste en mi mente me imaginé nuevamente al personaje tal cual lo describías, y creo que es algo similar a cómo lo entendiste. También pienso que todos en algún momento somos como Juan Manuel. En algún momento perdemos la brújula y las fuerzas se diluyen y aún con alguien portando una antorcha que ilumine el camino de nuestra vida vemos que todo gira y gira a nuestro alrededor sin poder hacer nada. Es que tal vez no es el tiempo y si no es el tiempo el orden cósmico es imposible de adulterar.

    Las críticas son uno de los mejores pilares. Cuando son de un lector hacia un escritor y se basan en el texto de éste no te imaginás lo satisfactorio que se siente.

    Gracias.

    Beso.

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