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enía ganas de hablar con alguien. Del tiempo, de política, de las noticias del diario (aunque fueran viejas), de cualquier cosa. No importaba de qué, tan solo deseaba hablar con alguien. Sin darme cuenta, me puse a hablar solo. Así empezó un monólogo monocorde en el cual solo yo era el centro de atención y exposición. Fue al rato, cuando caí en la cuenta que mi conciencia casi me había abandonado, que la vi sentada en la cama. Su espalda desnuda, sus cabellos lacios sobre los hombros, un pantalón corto de jeans y sus piernas cruzadas en pose budista. Me observaba sobre su hombro con una mirada inquisitoria. Y yo hablaba. Mantenía el monólogo de una manera absurda. No podía impedirlo. Era algo ajeno a mí. Quería detenerme, serenarme, pero me resultaba imposible. Mi boca, peleada con mi mente, generaba palabras y frases sueltas en una acción totalmente autoritaria.
enía ganas de hablar con alguien. Del tiempo, de política, de las noticias del diario (aunque fueran viejas), de cualquier cosa. No importaba de qué, tan solo deseaba hablar con alguien. Sin darme cuenta, me puse a hablar solo. Así empezó un monólogo monocorde en el cual solo yo era el centro de atención y exposición. Fue al rato, cuando caí en la cuenta que mi conciencia casi me había abandonado, que la vi sentada en la cama. Su espalda desnuda, sus cabellos lacios sobre los hombros, un pantalón corto de jeans y sus piernas cruzadas en pose budista. Me observaba sobre su hombro con una mirada inquisitoria. Y yo hablaba. Mantenía el monólogo de una manera absurda. No podía impedirlo. Era algo ajeno a mí. Quería detenerme, serenarme, pero me resultaba imposible. Mi boca, peleada con mi mente, generaba palabras y frases sueltas en una acción totalmente autoritaria.
- Completas el mundo de las rarezas –dijo ella ¿Nunca te lo han dicho?
- No –respondí con mucha vergüenza.
- Pues entérate. Eres demasiado raro. Muy raro.
Comencé a desnudarme con lentitud. Primero la camisa, luego los zapatos, las medias, el pantalón, la ropa interior. Desnudo me mostraba ante sus ojos.
- Ven –dijo haciéndome una seña con su mano derecha- acuéstate conmigo.
Me acosté a su lado. Ya no tenía ganas de hablar. Sentía vergüenza y excitación a la vez. Podía observar la humedad de sus labios y el destello de sus pupilas. El erizamiento de sus poros, el perfume de su piel, la perfección de la aureola de sus pezones. Ahora ninguna palabra podía expresar lo que sentía. Miré el reloj. Las agujas marcaban las cinco de la madrugada. Me acurruqué en su pecho. Acarició mi pelo y comenzó a cantar una bonita canción de cuna. Agucé el oído. Me dejé llevar por la dulce voz, y sin pensarlo demasiado volví a habitar ese extraño mundo del cual yo soy la mayor rareza.
(Imagen: http://arrestedmotion.com/wp-content/uploads/2010/09/selma-preview_full.jpg )
Suelo hablar sola... me custiono y me contesto... de muchas de esas conversaciones surgen mis relatos....
ResponderEliminarPero... shhh... no se lo digas a nadie... la gente que habla sola es catalogada de loca.... jaja
"Completas el mundo de las rarezas"
ResponderEliminar¿Sabes? me suena totalmente a piropo, y de los buenos.
Todos hablamos solos, todos nos contestamos, pero ¿Reamente nos escuchamos? Creo que no, y ese sí es un problema.
Un beso!!!
Muy, pero muy bueno. El personaje de la mujer es un giro arriesgado que podría haber quedado absurdo y, sin embargo, lo "pintaste", quedó genial.
ResponderEliminarSaludos.
Jeve.
@REINA:
ResponderEliminarEs difícil decir de qué lado de la línea esta el cuerdo o el loco, pues la línea que divide ambos bandos es demasiado imperceptible, amiga mía.
Yo que vos sigo hablando sola, y más si es motivo y resultado de inspiración jaja
@SILVIA:
ResponderEliminarEl piropo es un halago que se posa mejor cuando los labios de quien lo pronuncia se llevan bien con nuestra percepción. Hay frases que pueden resultar inadvertidas a muchos y a otros pocos parecer exquisitas y perfectas.
Coincido con vos, creo que es como un piropo la frase del texto.
Beso.
@JEVE:
ResponderEliminarGracias y saludos :)
que lindo es ver pasas la conciencia y justo ahi darse cuanta de que falta.
ResponderEliminarque linda la pizca de rareza, el mas sano condimento de la cotidianeidad.
que bueno es volver y encontrarlo raro, es muy agradable. =)
besos
rº
@M.R.D.? :
ResponderEliminarUna verdadera sorpresa verla por acá después de tanto tiempo.
Raro, también soy raro. La rareza siempre me ha caracterizado, aunque no me guste hablar mucho de mi personalidad y formas de ser (tal vez haya personas que coincidan o no con eso)
Cuando guste siga pasando por mis blogs que siempre hay algo para leer.
Beso.
Y mira que fue condescendiente su conciencia jeje..
ResponderEliminarvivimos en un gran mundo de rarezas, algo sumisamente disfrutable :)
saludos!
@CIN:
ResponderEliminarEl mundo, según como lo aprecio desde mi óptica, se vuelva cada día más y más raro. En realidad creo que mientras más nos "conocemos", mientras más nos "exponemos", mientras más nos "conectamos", más descubrimos que somos distintos y que en eso radica un cierta riqueza. Dicen que los polos opuestos se atraen, y no necesariamente en el amor, también en la amistad y en las relaciones interpersonales.
Y hay gente rara, muy rara... eso no te quepa la menor duda :)
Saludos
Encantada!! Me fascinaria encontrar un morochito en mi cama cada vez que pierdo el control y empiezo a recitar boludeces a toda boca a las cuatro paredes.(Jejeje )Besotes
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