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etrás de la puerta del departamento 45 vive Estrella. Anoche, como otras tantas noches, la escuché llorar. Era un llanto fino y lastimero. Causaba profunda tristeza. Golpeé su puerta y al rato abrió. Presurosamente limpio restos de delineador de ojos que recorrían sus mejillas como lava volcánica a punto de apagarse. Sus ojos, hinchados por el llanto, parecían pedir un poco de piedad. Me consternó. Me hizo pasar y nos sentamos, yo en una silla y ella en su cama de trabajo. Entre sollozos y suspiros me contó que un tipo la noche anterior la había humillado. Un cliente, un pendejo hijo de ricos, después de haberse acostado con ella le tiró los billetes en la cama y había agredido verbalmente su cuerpo.
Bronca. Esa es la palabra que sentí en ese momento. Estrella es una mujer buena. Es una de esas putas que uno con el tiempo le toma cariño, luego lástima (no es bueno ternerle lástima a la gente). Sin embargo ella tiene un gran problema: se enamora de sus clientes. No sé como es el amor de las putas. Si es igual al del resto o difiere drásticamente. Sí puedo decir que Estrella se enamora como todo el mundo y a veces un poco más. A veces los clientes después del uso que le dan le piden cosas como cervezas, cigarrillos, o dinero para drogarse. Ella se los da. Después, con la realidad enmascarada detrás de la acción, sobreviene el llanto y la desilusión.
Anoche el hijo de ricos le hizo mal. Tuve que consolarla durante largo rato. No paraba de llorar. Más que el llanto la pena era lo más duro de sobrellevar. Mientras la apreto contra mí pecho noto que su cuerpo ya tiene vencimiento. Los años no vienen solos. La naturaleza no ha sido buena con ella. Digamos que se olvidó de darle belleza y ahora, en su vejez, la castiga con mano dura. Estrella nunca fue una mujer atractiva. Sigue llorando, parece un niño.
Quise buscar palabras para calmar su aflicción pero no encontré ninguna. O mejor dicho se me ocurrieron algunas frases, pero ninguna lo suficientemente justa para levantar su ánimo. Pensé decirle «sos bonita, ya aparecerá un tipo que te quiera de verdad», o «no te pongas mal, los tipos son todos unos estúpidos», o tal vez «dejá, no vale la pena ponerse mal por un pendejo hijo de ricos, ellos no saben amar», pero no me salió. De algún modo lo que mis ojos veían era un cuerpo condenado ante el paso del tiempo. Un envoltorio vetusto y pasado de moda condenados al fracaso perpetuo de la esperanza y el deseo.
Cuando me paré para irme me apretó fuerte la mano. «No te vayas», me dijo. Entonces me quedé un rato más. Al volver a sentarme se me ocurrió una frase, algo que tal vez no le sonaría tan mal y podría esbozar una diminuta sonrisa entre tanta pena: «Estrella podés ser una mujer maravillosa, pero a la hora de amar los hombres buscan encontrar siempre los mismos accidentes geográficos, carentes totalmente de los ecos de tú mundo interior. No vale la pena afligirse por ese tipo de hombres. Para ellos el mundo interior no cuenta.» Apretó aún más mi mano y concentró más su llanto. No le hice bien, pensé. Finalmente se quedó dormida. La observé por un instante: el delineador de sus ojos manchando sus mejillas, su lápiz labial desbordando sus labios, la costra que hacía base de su maquillaje totalmente erupcionado. Entonces acaricié su cabeza y salí de su habitación. Hay cosas que ya no me sorprenden y menos cuando están al alcance de la noche.
(Imagen: http://treeinabox.blogspot.com/2010/01/roses-in-her-eyes.html )
No es bueno tenerle pena a la gente? Estrella me recuerda a una mujer que conoci en Cartagena Colombia, nunca aprendio otro oficio que vender placer nocturno y ahorita le dicen la abuelita sin diente boca caliente.Me gusto mucho esta entrada! Estrella me parece digna de pena pues para ser puta se necesita sangre de zorra y a su edad es tiempo de cerrar la cantina y vender pasteles..Soy horible,eh? Besote Morocho
ResponderEliminar@DEBORAH:
ResponderEliminarSupongo que tener pena por alguien es un modo de mirarlo. Es como ponerte un tipo de lentes con los cuales solo estás resaltando su lado penoso. Pienso, y trato de hacerlo siempre que puedo, que mirar lo positivo evita mirar con pena. Claro que es difícil, no lo niego, pero es una mirada distinta para poder torcer lo que se ve. El personaje que relata su experiencia con Estrella piensa así y acota que no es bueno sentir pena por la gente.
Y con respecto a la viejita de boca caliente de Cartagena me dio gracia porque rima, pero pienso que si no pudo aprender otro oficio mas que el de vender su cuerpo es porque su conciencia y personalidad lo soportan y ella misma no lo ve como algo negativo, por ende no se sentiría apenada. Cosa distinta sería hacer algo en contra de la voluntad, sabiendo que se puede llegar a ser más y mejor, y uno por dejadez o por desidia no lo hace. Tampoco me apenarían personas así (a mí, al escritor :) )
Horrible, ¡no!, ¿porqué decís eso?, ¡para nada!... además estás expresándote y ese es el fin de esto baby ;)
Besos, morocha ;)
No es lo mismo pena que compasión. Y Estrella se me antoja necesitada de compasión, de una sola caricia que la diga que es tan válida como cualquiera. No creo que Ella desee dar pena, es más, creo que se sentiría ofendida. pero un abrazo, una caricia en el pelo, una mirada de comprensión... eso no hace mal a nadie. A fín de cuentas ¿no es lo que todos anhelamos?
ResponderEliminarUn abrazo!!!
@SILVIA:
ResponderEliminarMe gustó tú comentario basándolo en la comparativa de la pena y la compasión. Debo reconocer que buscaba un poco esa comparación y no me salía expresarla hasta que leí tú comentario. Considero lo mismo: hay una gran diferencia entre pena y compasión. Tampoco creo que las personas que transiten por una vida como la de Estrella deseen dar pena. Creo que hasta muchas veces se sienten altivas porque ven otra faceta de la vida.
¿Ves? Por esto me gusta el feedback de los blogs, porque el lector interactúa con el escritor y las aristas de los pensamientos relucen como destellos de diamantes.
Graciasssss.
Besote :)