viernes, 15 de mayo de 2009

la llave




Hay momentos cuando estoy distraído que me parece escuchar el susurro de las hojas jugando con el viento. Cuando eso me pasa entonces me veo caminando de la mano de mi madre por una calle con una arboleda frondosa en pleno invierno. Un sol tibio de las cinco de la tarde apenas nos brinda una leve tibieza y yo sin decir palabra solo camino y observo. Observo la nueva vida, esa misma que voy descubriendo, y a mi madre. Esa calle la conozco bien. Durante mi infancia varias veces la caminé de la mano de ella, pues allí, en una de las tantas casas tenía su consultorio mi médico alergista, al que visitaba regularmente, porque yo soy asmático.

Caminar por aquella calle rumbo al médico era similar a entrar a un túnel en donde todo quedaba silencioso y una sensación de asombro se apoderaba de mí. Mi médico era un hombre cincuentón, de grandes bigotes y un tanto serio. Tenía una secretaria rubia de ojos celestes que al verme llegar siempre sonreía y me iluminaba con sus ojos. Las esperas sentadas en el banco eran eternas. Mi madre siempre estaba tomándome de la mano y preguntándome si necesitaba el aerosol para abrir mis bronquios. Pero yo, más allá de mi estado de salud, siempre estaba observando. Cuando escucho al viento murmurar con las hojas, algo de todo aquello vivido en mi infancia se despierta, y toma parte de mi interior contándome al oído cuánto he crecido y cuánto he aprendido. Hay recuerdos que nunca borraré dentro de mí ser porque tan solo no puedo, ni tampoco quiero hacerlo. Están ahí, hablan de mí, me dicen quién soy y cómo fue mi historia.

Sentir la tibieza de la mano de mi madre era una sensación de extrema confianza y protección, aún cuando a mis pulmones no entraba una migaja de aire. Me gustaba sentir todo aquello, me hacía vivir algo distinto y por ende olvidarme de mi enfermedad. Una de esas tardes al salir del consultorio mi madre olvidó mi vacuna y me hizo esperarla en la vereda. Yo asentí. Miré a mi alrededor y vi como los enormes árboles se mecían lentamente y un chirrido ensordecedor se producía al moverse al unísono todas sus hojas al viento. Giré sobre mí mismo observando aquel espectáculo. El aire se sentía helado y el cielo estaba más celeste que nunca. Las hojas de la copa de los árboles tenían su cara inferior blanquecina y al moverse parecían papeles de carnaval agitándose. Una felicidad incomprensible se apoderó de mí. Respiré hondo, lo más que pude, cuanto aguantaron mis pulmones, y en aquella onda inhalación cargué un montón de recuerdos en mi memoria. Los comprimí, los encerré en un lugar recóndito de mi mente al cual solo se podía entrar con una única llave, el sonido que generan las hojas al jugar con el viento.


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18 comentarios:

  1. me remitio mucho a mi niñez la caminata de la mano de mama :)

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  2. este rinconcito esta lleno de cálidos recuerdos, de mucha niñez e infancia me llena de vitalidad Besos y abrazos fraternos :)

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  3. Bonita entrada.
    Aunque a mi me recuerda a mi hijo de pequeño, porque he sufrido a la par sus alergias que no le dejaban pasar el aire.

    Y hoy gracias a Dios ya no lo padece.

    Besos.

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  4. Genail relato, todo sucedido en un tiempo y espacio pequeño.

    El frío es lo que más puedo mezclar con ojas, noche y árboles... Es ahí, cuando en verdad, encuentro mi llave para entrar a la plática con los árboles y la noche...

    ¡Saludos hombre!

    Te invito a pasar cinco minutos de tu tiempo a mi blog derecopilación poética...

    http://amigosreales.blogspot.com/

    No te quito mucho tiempo si pasas seguido... y puedes quedar con una sonrisa al salir de él.
    Nos vemos...

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  5. Me encantó. Nadie me entiende cuando digo que hay olor a viento. Y debe ser algo parecido a lo que te pasa a vos. Recuerdo la ventana de la casa infantil, las hojas moviéndose y una extraña metamorfosis del verano. Comenzaba el otoño, mis padres ponían discos de Piazzolla y era domingo. No sé si otra vez he sido tan feliz.
    Gracias. Me recuerda que uno también es aquél.

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  6. el viento es aire que se ve, muy lindo!

    saludos!

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  7. Hola, me sorprendió mucho leer tu comentario en mi blog "secreto" ya sabes... maldiciondetres.wordpress.com

    Se suponía que nadie lo leía, pero he de admitir que agradezco enormemente el comentario: Así que gracias.

    Cambiando el tema, me encantó este post, ese sentimiento de cuando escuchamos o vemos, incluso olemos algo que nos recuerda al pasado es algo que me pasa muy amenudo... Oficialmente estás en mi reader :) saludos

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  8. Adoro tus recuerdos!!
    Me haces añorar las manitas de mis hermanos cuando juntos nos dirigiamos al cole!!Yo era la mayor!! Y me sentia bien haciendo de madre. cuidando a mis pequeñines..
    Ho..
    que recuerdos..
    Que tengas una buena semana.
    Un abrazo.

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  9. Tus letras me han hecho ver la escena y me han hecho escuchar el sonido. Todo un agradable placer...

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  10. Exelente... primera vez que paso por aca, interesante blog, estas en mis favoritos de ahora en adelante, te estare leyendo alguna otra vez, por ahora te dejo mis saludos.

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  11. Nas!!

    Que nostalgía hablar de nuestras "llaves", la del personaje es "el sonido que generan las hojas al jugar con el viento", la mía es la sensación del viento dando de lleno en mi rostro, cierro los ojos y me dejo llevar por ése viento.

    También tengo una "llave" hecha del aroma de la tierra, el pasto o el cemento después de que llueve, tantos recuerdos que incitan ésas llaves... En fin, un relato exquisito Literato.

    Uno no se puede resistir a la tentación de reflexionar cuando lee cosas como éstas.

    Nos estaremos leyendo pronto, hasta entonces...

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  12. @cosasimpropias:

    Hola, sí, es un relato cargado de calidez y esperanza con preponderancia a sostener el equilibrio entre vida y familia.

    Es lindo recordar esas caminatas de la mano de tú madre =)

    Saludos.


    @MAGY:

    Cuando escribo suelo pensar en lo que a la gente le gusta leer y lo que a mí me gusta escribir. La infancia es un tema que me apasiona. Los recuerdos también.

    Saludos.


    @CECY:

    Gracias.
    Sí, te entiendo. El ser asmático es un tema complicado aunque hoy por hoy hay soluciones que hacen mucho más llevadera esa enfermedad.

    Saludos.


    @Viejo Barco Azul:

    Esas llaves son invisibles, y creo que al igual que las llaves de las puertas son casi todas distintas. Las combinaciones para ingresar son distintas y por eso cada ser humano tiene un código distinto para comunicarse con su interior.

    He pasado por tú blog de poesía, me ha gustado. Te he dejado un mensaje. Qué bueno que los hombres cada vez más pisemos firme en el terreno de las letras, y digo a hombres jóvenes que son tal vez los que más huyen de esto.

    Saludos.


    @CLAUDIA ORTIZ:

    Bienvenida a mi blog.
    El olor a viento es algo increíble. Desde niño lo percibo y desde niño que escribo cosas referidas a él o bien las comento en charlas con las personas que más allegadas están a mí.

    Los recuerdos de la infancia son poderosos, tan poderosos que nos marcan tatuándonos el alma.

    Uno también es aquel.

    Saludos.

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  13. @lexi:

    Es una linda metáfora la que dejaste como comentario. Me gustó.

    Saludos para vos también.


    @Oli-LoRe:

    Encontré ese blog tuyo que ahora sé es "secreto" dando vueltas por WordPress. Si bien deseo alguna vez tener un blog en WordPress aún no lo hago porque la versión online es muy limitada y no tengo deseos de pagar un hosting para usar WordPress.

    Leí ese post y comenté porque me pareció interesante lo que escribiste, me alegro te haya gustado el comentario.

    El sentido del olfato así como el de la vista son generadores primarios de recuerdos en nuestro cerebro, sí.

    Gracias por agregarme a tú lector de feeds.

    Saludos.


    @PIERINA:

    Este tipo de escritos son una especie de ficción con pinceladas de recuerdos propios, sí.

    Despertar recuerdos o sensaciones por medio de este texto es para mí un orgullo. Si leés los comentarios anteriores a muchos les ha pasado.

    Saludos.


    @CARMEN:

    Gracias y si todo eso sucedió me pone bien y feliz.

    Saludos.


    @PLUMAyTINTA:

    Bienvenido a mi blog.
    Interesante tú blog también, me he dado una vuelta por ahí y me ha gustado. A seguir adelante.

    Saludos y pasá cuando quieras por aquí.


    @KYARA:

    Sí, hablar de nuestras llaves nos carga de melancolía y nostalgias, totalmente. El viento es fantástico y creo que lo es porque dialoga directamente con nuestro sentido del tacto.

    Ufff el aroma de la tierra me puede. Eso me hizo recordar a mi infancia y a mi época de estudiante universitario cuando llovía y salía el sol.

    Gracias.

    Saludos.

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  14. Hola!volví para intentar ponerme al día con tus exquisitos relatos...
    Oí el murmurar del viento con las hojas y no pude evitar quedarme aquí,en tu memoria. Mi infancia también suena a hojas secas de otoño...
    Me encantó volver por aquí
    Un beso

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  15. @literato

    No no... desde mis 12 años me he dedicado a leer poesía, novelas, cuantos... Pero no te equivocas... los jovenes, aveces, no tienen tiempo ni de entender una poesía...

    Pero a mis 17 años, aún entiendo a la perfección el escenario detras de los poemas.

    ¡Buenas tardes!

    Ya me voy a la escuela hahaha!

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  16. El personaje de tu cuento al parecer tenia algo en los bronquios (asma?), yo en mi caso tenia problemas de rinon...me acuerdo que me operaron dos veces antes de lo s6 anios. El olor de la anestecia, lo tengo grabado como si hubiera sido ayer...es raro como "algo" nos transporta a nuestro pasado, y no siempre es lo que uno cree que lo va a transportar.

    Me dio pena el personaje. Pero todos tenemos nuestras llave a recuerdos tristes.

    Petra

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  17. @NOCHESTRELLADA:

    ¡Hola! Las infancias y muchas épocas de nuestra vida creo que suenan a hojas secas. Es que el otoño tiene ese "no se qué" que siempre permite transportarnos y soñar, aunque reconozco que debe de ser una de las estaciones de año más melancólicas.

    Un gusto tenerte nuevamente por mi blog. Sorry la respuesta tan tarde.

    Saludos.

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  18. @VIEJO BARCO AZUL:

    Amigo mexicano un gusto tenerte por aquí nuevamente. Disculpá la respuesta tan tardía.

    Creo que los jovenes, siempre tenemos un tiempo para todo. Yo, a pesar de mis 37, me considero un joven y no un adulto y aún sigo descubriendo escenarios día a día.

    Saludos.

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